Casi todas las grandes redes sociales hoy tienen incluido un formato para compartir contenidos efímeros.
La historia con las historias empezó en 2011. Fue este año cuando apareció Snapchat, una aplicación que sedujo a los más jóvenes y en cuestión de pocos meses montó un imperio digital que parecía imbatible.
El secreto detrás de su éxito fue el formato de las llamadas historias. ¿Qué son? Se trata de pequeñas carpetas en las que cada usuario puede compartir fotos y videos en sus perfiles de redes sociales y a las que otros usuarios pueden acceder. Luego de 24 horas el contenido desaparece.
Snapchat parecía que había encontrado la clave para triunfar. Hasta que Instagram, una aplicación que en ese momento ya existía y era muy popular, copió explícitamente el formato.
El robo funcionó. Instagram se transformó en lo que es hoy -una red con mil millones de usuarios activos- y Snapchat pasó al olvido.
El formato de historias se replicó luego a Facebook y pasó también a Whatsapp. Pero la cosa no termina ahí.
En los últimos días Linkedin, la red social orientada a las empresas, los negocios y el trabajo, también anunció que las incluirá en su plataforma.
Lo mismo hizo Twitter, que ya está probando en Brasil los llamados fleets, que son tuits que se publican solo por 24 horas.
La pregunta es, ¿cuál es la clave detrás del éxito de este formato? Responde más que nada a la era de la inmediatez. Los usuarios estamos sobreexpuestos a un montón de imágenes, son tantas que es imposible procesarlas todas. A través de contenidos que se eliminan en 24 horas, las redes pueden mantener a sus usuarios enganchados hasta el punto de la adicción, por es funcionan.
También fueron exitosas porque las historias significaron un nuevo modelo de negocios en internet. Así como los usuarios comunes y corrientes pueden compartir su contenido, también pueden las marcas. Generando así otro canal para la publicidad y las ventas.
De esta manera, con sus riesgos y sus beneficios, en las redes todo se mueve cada vez más rápido y la maquinaria nunca para.
