Un ecosistema clave para combatir el cambio climático

Su importancia radica en que los manglares son reservorios de biodiversidad para todo el continente y en algunas zonas del mundo son los amortiguadores perfectos de huracanes y tormentas tropicales.

Cuando hablamos de soluciones para combatir el cambio climático solemos nombrar ideas tecnológicas o científicas muy avanzadas. Pero lo cierto es que la mayoría de las respuestas a este problema global están en la naturaleza. A veces restaurar ecosistemas es dejarlos funcionar solos, sin intervenirlos, y solo cuidando que no se alteren sus procesos. Eso es exactamente lo que la ciencia busca hacer con los manglares.

Los manglares son ecosistemas con especies de árboles de origen terrestre. Evolutivamente estos árboles se adaptaron para sobrevivir en ambientes inundables. En la mayoría de los casos se trata de árboles y plantas que crecen en agua salada gracias a que sus raíces se extienden por encima y por debajo del agua. Es una mezcla única de especies acuáticas y terrestres que evolucionaron y se combinaron para sobrevivir.

Desde fuera, los manglares pueden parecer largas hileras de árboles con ramas y raíces retorcidas que entran y salen de agua enmarcando playas y desembocaduras de ríos y lagunas en zonas tropicales. Pero lo cierto es que detrás de todo ese caos vegetal se esconde uno de los ecosistemas más complejos, vital para muchas especies y comunidades humanas en Asia, América Latina y el Caribe.

Uruguay, Argentina y Chile son los tres países de la región en la que no hay manglares. Pero lo cierto es que en algunas zonas del mundo son los amortiguadores perfectos de huracanes y tormentas tropicales.

“Los mangles son árboles que toleran tanto el agua dulce como el agua salada y de los pocos que se adaptaron para vivir en condiciones de inundación. Ocupan 15 millones de hectáreas en 123 países. Y aunque, con sus casi 60 especies, representan menos del 1% de los bosques tropicales del mundo, son importantes pulmones del planeta”, detalla una nota publicada en el Termómetro Económico y Social de América de El País.

Es por eso que científicos y conservacionistas de países como México, Brasil (donde se encuentran el 70% de los manglares sudamericanos) y República Dominicana están trabajando con urgencia para rescatar este ecosistema infravalorado que ya desapareció un 19% entre 1980 y 2005.

Su importancia, según destaca el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, reside en que los manglares son reservorios de biodiversidad para todo el continente. ¿Por qué? Pues porque aves, peces, reptiles y anfibios -además de centenares de especies vegetales-, utilizan los manglares como santuarios para asegurar la reproducción de sus especies.

Pero más allá de ser la batería de ecosistemas enteros, los manglares son claves para la salud humana. Cuando están en buenas condiciones, estos bosques inundados secuestran hasta cinco veces más dióxido de carbono que las selvas tropicales. Y son un muro contra los cada vez más frecuentes huracanes: sin los manglares, 18 millones más de personas sufrirían cada año los impactos de las inundaciones.

El desarrollo turístico costero, la contaminación, la tala para el cultivo de camarón y la producción de la famosa aceite de palma y otros alimentos de lujo están comprometiendo la existencia de los manglares. Para revertir esto, en República Dominicana por ejemplo, se están haciendo acciones de concientización y educación para despertar el orgullo nacional por los manglares. En paralelo, en otras partes del mundo se están presentando iniciativas para reforestar y proteger estos bosques, aunque es una tarea para nada sencilla por las características de la vegetación.

No está todo perdido para los manglares, pero la ciencia espera poder llegar a tiempo.

 


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