Una radiografía de la pelusa de plátano, la pesadilla de cada primavera

Los vientos de las últimas jornadas y la llegada inminente de la primavera generaron la fórmula perfecta para la aparición de pelusas de plátano.

Es una discusión que se da todos los años en la capital del país. La pelusa amarilla que desprenden los plátanos de toda la ciudad suelen generar molestias sobre todo en los alérgicos.

En Montevideo hay 211 mil árboles. El 11% de ellos -unos 23.000- son de esta especie y están concentrados en la zona del Centro, Cordón, Pocitos y Malvín.

El plátano tiene una historia fascinante que ya desde sus orígenes está vinculada a las grandes ciudades. De hecho, en Inglaterra se lo conoce como el plátano de Londres.

Este árbol resiste como pocos la hostilidad del medio urbano.


“Si hay un árbol bien conocido por los montevideanos, ese es el plátano. Se lo reconoce fácilmente por la forma de sus grandes hojas, su corteza de varios colores y las infrutescencias en forma de «pelotita» que permanecen mucho tiempo en el árbol”. De esta forma, lo explica la técnica jardinera Eloísa Figueredo en una publicación titulada El plátano, un extranjero muy montevideano.

Se lo define como un “extranjero muy montevideano” porque si bien viajó desde el exterior, hace casi 130 años que los plátanos desembarcaron en Uruguay. La historia apunta a que llegaron desde Francia como resultado de una fusión entre una especie euroasiática y otra originaria de los bosques de Norteamérica que se dio a mediados del siglo XVII en algún jardín español donde, según detalla Figueredo, hibridaron de forma espontánea.

Esos híbridos se plantaron en Londres donde su capacidad de resiliencia se puso a prueba: pocos árboles lograron resistir al hollín de la capital industrial como el plátano.

“Pero el destino urbano del plátano híbrido no se definió en Londres sino en los bulevares parisinos, inspiración de otras ciudades europeas como Madrid y Barcelona y también de nuestra Montevideo”, explica Figueredo, que asegura que fue la combinación de belleza y rusticidad lo que terminó de consagrar la presencia del plátano en las ciudades.

Pero no se trata únicamente de un capricho estético, Figueredo explica que “los árboles del ornato público deben cumplir una serie de condiciones que los hacen apropiados para el medio urbano”. El plátano es ideal porque durante el verano su follaje genera sombra y durante el invierno, las hojas caen y dejan pasar el sol. Al mismo tiempo, son árboles que resisten a la contaminación, soportan podas importantes sin enfermar y sus raíces resisten a las obras de vialidad.

En definitiva, el plátano es un árbol difícil de reemplazar.

 


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