Una tradición que se rebela en contra de la industria y fomenta valores comunitarios

Parecería que en las últimas semanas las huertas urbanas están en boca de todos.La semana pasada hubo problemas de convivencia entre vecinos del municipio CH porque algunos vecinos habían instalado una huerta comunitaria y otros vecinos aseguraban que había mal olor y presencia de ratas. Finalmente se desmanteló la huerta y buscarán opciones para reubicarla.En paralelo, […]

Parecería que en las últimas semanas las huertas urbanas están en boca de todos.

La semana pasada hubo problemas de convivencia entre vecinos del municipio CH porque algunos vecinos habían instalado una huerta comunitaria y otros vecinos aseguraban que había mal olor y presencia de ratas. Finalmente se desmanteló la huerta y buscarán opciones para reubicarla.

En paralelo, este lunes el colectivo Garage Gourmet -que surgió en 2017 como una plataforma de difusión y creación de contenidos gastronómicos- publica su tercer libro dedicado a las huertas.

“A escala doméstica, todos podemos ser parte del cambio. Trabajar un pequeño huerto jardín es un acto de resistencia, rebeldía y subversión”.

Esta frase está incluida en el libro Huertas, la última publicación del colectivo Garage Gourmet, que busca ser una guía de prácticas agroecológicas. Mauricio Pizard, uno de sus integrantes, cuenta que el interés por la huerta comenzó con el intercambio de semillas y conocimientos entre amigos y curiosos. Entonces fue cuestión de tiempo para que el pasatiempo decantara en una forma de activismo.

"Está por fuera del mecanismo de consumo. Vos te salteas a la agroindustria. Te salteás al distribuidor, al supermercado. Te salteas todo y producís tu alimento. Muchas empresas agroquímicas antes se dedicaban a producir armas, una industria química que en períodos de paz se enfocó en la agricultura produciendo no solo los tóxicos para el campo o para que los cultivos no tengan pestes ni plagas, sino también en producir la propia semilla. La semilla transgénica, una semilla resistente a los químicos que ellos mismo venden", dijo Pizard.

De esta forma, la cultura de las huertas urbanas y comunitarias se fue haciendo cada vez más fuerte.

"No solo porque reafirma valores comunitarios, es una actividad que se puede hacer en familia, involucrar vecinos. Es importante también para ver los ciclos de la naturaleza, cuándo la hortaliza está en su mejor momento, cuándo es época, por qué el tomate es más barato en verano y en invierno es mucho más caro. Entendés el valor del alimento", consideró.

Para publicar el libro, el colectivo tuvo que armar su propia huerta y ahí la naturaleza empezó a revelar sus secretos.

Huertas urbanas en Uruguay

La Red de Huertas Comunitarias en Uruguay, nuclea desde 2017 a las huertas comunitarias del país. En Montevideo y Ciudad de la Costa hay más de 20.

En el centro del barrio Peñarol se encuentra una de ellas.

Un grupo de vecinos que, apoyados por el municipio G, pusieron sus manos en la tierra y levantaron una de las tantas huertas comunitarias que hoy dan frutos en Montevideo.

Silvia Galo, una vecina de 60 años, que integra el grupo de la huerta comunitaria desde el origen, habló con Telemundo. En promedio, la huerta es trabajada por un núcleo constante de diez vecinos, que pasan días enteros dedicados a este proyecto.

"Lo que se cosecha acá es de autoconsumo para los integrantes. Después se comparte con mucha gente que indirectamente también pertenece a la huerta. Hay momentos que están y momentos que no. Se hacen donaciones para varios colegios de la zona, donaciones para canastas del día de los abuelos, festivales. Lo mismo cuando se hace el cierre del año. Se hace una canasta que se rifa, pero la rifa no tiene costo", dijo Galo.

La huerta, además de revitalizar al barrio, también lo volvió un centro neurálgico de visitantes. Llegan escuelas y liceos de toda la ciudad y también universitarios a trabajar en sus tesis de grados. Pero sin dudas los más beneficiados son los vecinos que trabajan la tierra.

"Este es un lugar muy terapéutico también. En el sentido de que vos acá venís y estás en la capital y a su vez estás en otro mundo. Acá tenés las plantas, la naturaleza, los pajaritos. Tenés todo para ver y todo para sentir. Acá hay que agudizar todos los sentidos", expresó la vecina del barrio Peñarol.

Los vecinos se capacitaron con planes de Montevideo Rural y son asesorados por El Tejano, una organización social.

 


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