Los transeúntes se tomaron con mucho buen humor los baldazos y bombitas de agua que llovían desde las ventanas de los edificios.
Como es tradición, la Ciudad Vieja pasó el 31 de diciembre mucho más descontracturada -y mojada- que de costumbre. Baldazos y bombitas de agua se hicieron presentes en todas las calles y se volvía un triunfo lograr llegar seco al destino, por más formal que fuera la cita.
Telemundo entrevistó a varias de las víctimas, que se tomaron con mucho buen humor el golpe de frescura.