Carlos Sánchez

Es domingo y son las seis de la tarde, los jugadores recién entrenaron en el Complejo Uruguay Celeste y van a bañarse y a merendar. En ese momento llego yo y espero sentada un rato largo al Pato Sánchez.El Complejo Uruguay Celeste está tranquilo, no hay nadie de prensa -excepto un periodista de canal 5 […]

Es domingo y son las seis de la tarde, los jugadores recién entrenaron en el Complejo Uruguay Celeste y van a bañarse y a merendar. En ese momento llego yo y espero sentada un rato largo al Pato Sánchez.

El Complejo Uruguay Celeste está tranquilo, no hay nadie de prensa -excepto un periodista de canal 5 y su equipo-. El Cebolla Rodríguez y el Cacha Arévalo Ríos bromean, se ríen y deambulan un poco por el hall del Complejo. Después desaparecen y veo pasar al Maestro. Más tarde llega José María Giménez a conversar con alguien que habla con acento gallego, una mujer que le pide camisetas o algo así.

Josema se acerca al sillón en el que yo espero y saluda a dos integrantes de Fundación Celeste que aguardan por Diego Godín. El joven jugador de la Celeste se sienta en el piso y conversa un rato con ellos. Después se va. Al rato llegan la mamá y el papá de Fernando Muslera, se anuncian con el guardia de la entrada y se meten por un pasillo (Muslera es igualito a su mamá).

Cuando ya son alrededor de las 18;45 llega el Pato Sánchez. Sonriente, tranquilo, de camiseta y short. Tiene perfume de recién bañado. Se acomoda en una silla y en la otra me siento yo. Estamos a la sombra afuera del Complejo. Sánchez me mira de a ratos y de a ratos pierde la vista entre el paisaje del estacionamiento y las canchas.

 

Infancia y fútbol

Carlos "Pato" Sánchez nació en Montevideo, el 2 de diciembre cumple 30 años. De chico vivió dos años en Ciudadela con sus padres y sus hermanos y después se mudó a La Teja y a Colón. Estudió en la Escuela Nº270 de Colón y no cursó nunca el Liceo.

Tengo nueve hermanos y yo soy el quinto. Somos cinco varones y cinco mujeres. Con la edad estoy medio flojo pero la más grande debe tener 37 años y el más chico es el que juega al fútbol y tiene 17 años.

¿Vivían todos juntos en la misma casa?

Cuando éramos muchos éramos cinco o seis hermanos, algunos fueron creciendo, se fueron yendo y ahí empezaron a nacer los más chicos que yo. Primero vivía con mi papá y mi mamá y después me fui con mi mamá y mis hermanos.

¿Por qué decidiste no hacer Secundaria?

Yo empezaba el liceo y el entrenamiento en el fútbol era de mañana, le dije a mi mamá que me cambiara de horario pero llegamos tarde a anotarme y el primer día me fui a entrenar, no llegué a ir al liceo. Pero me salió muy bien porque me dediqué al fútbol y no dejaba de entrenar.

¿Y en tu casa cómo lo tomaron?

A veces se hacía complicado porque trabajaba solo mi mamá, entonces nosotros quedábamos solos en casa con el más grande. Mi madre se iba a la mañana y llegaba a la noche cansada y lo que uno menos quería era molestar. Pero ella siempre me apoyó en esto del fútbol.

¿Cuándo arrancaste a jugar al fútbol?

Arranqué en Baby Fútbol a los seis o siete años.

La llegada del Pato a Liverpool

¿Cuándo te fuiste a probar a Liverpool?

Estaba por cumplir 16 años. En enero siempre trataba de probarme en todos lados, iba con amigos del barrio. Cerro me quedaba cerca, nos probamos ahí pero me fui. Un día uno que estuvo conmigo en el Salus me dijo que vaya a probarme a Liverpool pero que iba a haber muchos niños, fui una vez a probarme al Colegio Pío y había un montón.

De eso no me olvido más, llegábamos a las dos de la tarde y nos íbamos a las seis de la tarde. Éramos un montón, siempre quería estar presente pero a veces se me complicaba. Fue ahí que me empezaron a tomar los datos y me pidieron que siga yendo.

¿Cuánto tiempo pasó desde que fuiste a probarte por primera vez hasta que te tomaron los datos?

Pasaron diez o quince días. Fue bastante rápido porque ellos hacían selecciones de chicos y después pasaban a hacer la pretemporada.

¿Sabés por qué entre tantos niños te eligieron a vos?

Capaz por mi velocidad, pasaba corriendo, era loco por correr. Tenés que tener un ojo muy claro como para decir: “mirá este jugador”. Lo mío no era mover la pelota, no era para hacer firulete, lo mío era correr.

Carlos Sánchez jugó nueve años en Liverpool.

¿Cuál fue la mejor etapa para vos?

La última etapa fue en la que mejor me fue, eso después lo ratifiqué en Godoy Cruz. Hicimos un gran torneo, clasificamos a Liverpool a la Copa. Que el club tenga una historia en la que uno esté marcado es buenísimo. Pero no pude quedarme y me fui a Godoy Cruz. Y en Godoy Cruz estuve un año entero.

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Godoy Cruz, River, Puebla y de regreso a River

¿Cómo fue cuando llegaste a Argentina? Porque el fútbol es distinto y me imagino que el vestuario también...

Era un fútbol distinto y era la primera vez que me iba de mi casa, de mi país. Era algo raro porque no sabía cómo me iban a tratar pero hice bien en apostar ahí. Me fue bien y a mi familia también.

Cuando llegaste a River el equipo estaba en la B, ¿cómo te sentiste al respecto?

Sí, había descendido. A mí en particular fue lo mejor que me pasó en mi vida. Uno siempre pelea tanto y sueña con tantas cosas que para mí que un equipo grande Argentina me venga a buscar es algo que lo tomo porque capaz que en otro momento no hubiese pasado. Aposté a eso y me salió muy bien porque relativamente me fue bien, el equipo ascendió y fue lo mejor que me pasó en la vida.

Hay una anécdota en El Observador que dice que cuando fuiste a probarte a Liverpool tenías la casaca de River Plate de Argentina. ¿Eras hincha de chiquito?

Yo me hice de River porque hacíamos competencias con mi papá, él decía que era de Boca y en los superclásicos siempre tratábamos de apostar y por llevarle la contra me empezó a gustar, siempre miraba los partidos. Más que nada miraba por el Enzo (Francescoli), yo siempre trataba de imitar los festejos del Enzo.

Es increíble porque de eso pasó mucho tiempo y hoy a Francescoli lo tenés al lado, en tu club...

Hoy estoy al lado y la verdad que uno se pone a pensar que uno lo imitaba en el campito y hoy estar compartiendo con él en un club es lo máximo. Es terrible cómo uno a veces lo sueña pero no se imagina que un día lo va a cumplir.

Volviendo al tema River, después tuviste que irte a Puebla, ¿por qué?

Más que nada fue por el cupo que me fui, no fue un tema de rendimiento. Yo me hice la ciudadanía para no ocupar cupo pero no salió porque faltaban papeles y tiempo, entonces me tuve que ir a préstamo porque Ramón Díaz quería traer un extranjero.

¿Había algún problema interno entre Ramón Díaz y vos?

No, no, no. Por lo que yo sé no y yo lo he hablado con él y él me dijo: “yo quiero que te quedes, me gusta como jugás pero quiero traer jugadores que aporten algo en la planificación que yo tengo pero vos no estás afuera de esa planificación”. Siempre dialogamos muy bien, nunca tuvimos problemas. Por lo que yo sé fue un tema de los dirigentes, precisaban un cupo y el que salió sorteado fui yo.

Sánchez se refiere a este tema con un dejo de nostalgia, entonces le comento al respecto.

Un jugador cuando es profesional sabe que en cualquier momento tiene que dejar el país en el que está y viajar. La posibilidad siempre está…

Obvio que está pero no de esa manera, fue una cosa de un lunes. Yo había jugado la primera fecha el domingo, el lunes me dijeron que iban a traer un extranjero y el que salió sorteado para irse fui yo. Fue sorpresa porque no había nada meditado ni arreglado. El lunes me habían dicho que había un equipo interesado en mí, el club fue quien sacó el equipo no fui yo que dije: “quiero ir a Puebla”. Se dio así y me tuve que ir pero me fue bien. El jueves ya estaba en México y el viernes mi familia estaba en México.

¿Tu mujer cómo reaccionó?

Nosotros nos queríamos morir. Teníamos cosas en Argentina, tuvimos miles de problemas porque no encontrábamos un flete internacional para que nos traiga las cosas de allá, después esperar a ver si llegaban y quién se hacía cargo. Tenemos familiares acá que son de fierro y nos dieron una mano muy bien sin problemas, después conocidos de Argentina se movieron para que el flete llegue pero al principio fue un momento raro y duro. Yo había comprado un auto hacía poquito y lo tuve que vender porque no tenía dónde dejarlo, fueron varias cosas que costaron bastante.

¿Y llegar a México cómo fue?

Difícil. Además, no teníamos casa, estábamos en el hotel. Los niños son niños y tenían que jugar, agarraban la pelota y la daban contra todo, contra la tele… (risas). Es increíble cómo ellos se adaptan, sabiendo lo niños que son y no entienden mucho las cosas. El más grande no quería mudarse, lloraba, se quería quedar en el colegio de allá. Eso te llama la atención, por cómo entienden y cómo les hacés entender que es la carrera que uno elige. Pero tan así… fue totalmente fuera de lo que uno está habituado.

Pero me fui al Puebla y la verdad que me fue muy bien, incluso jugando en una posición que no era mía.

¿Y la relación con River cómo quedó?

Antes de irme me hicieron firmar un contrato en River, yo seguía teniendo un año más de contrato, si no lo firmaba quedaba libre en México. Yo siempre tuve como opción River aunque había propuestas de Uruguay también.

¿De qué equipos?

De Peñarol y de Nacional, pero en mi cabeza siempre estaba volver a River, sabiendo la imagen que había quedado de mí. Uno siempre quiere cambiar la imagen y acerté porque me quedé y me está yendo bien.

Sánchez jugó un año en México y con la contratación del Muñeco Gallardo como técnico de River regresó al equipo de sus amores.

Mi señora está contenta y mis hijos también, volvieron al mismo colegio y no necesitaron adaptación.

 El llamado de la selección

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¿Cómo te comunicaron que ibas a estar reservado para la selección?

Fue un miércoles, yo jugaba contra Estudiantes un partido de Copa, el de ida, yo estaba durmiendo la siesta. Ya cuatro y cuarto me tenía que despertar porque cuatro y media merendaba. Cerca de las cuatro me llamaban y me llamaban por teléfono y era mi representante para decirme que tuviera el teléfono abierto porque me iban a llamar.

A continuación reproduzco la llamada con las citas textuales que me dio el Pato Sánchez.

-Pato: ¿Quién me va a llamar?

-Representante: Te van a llamar de Uruguay.

-Pato: Bueno, dale.

Después de que corté me dormí de nuevo y cuando me desperté me volvió a llamar.

-Representante: Carlos, ¿estás despierto?

-Pato: Sí, ¿por qué?

-Representante: ¿Me entendiste lo que te dije hoy?

-Pato: Sí, pero... ¿quién me va a llamar?

-Representante: Me llamó Mario Rebollo y me dijo que capaz que te iba a llamar.

-Pato: ¡No!, ¡¿en serio?!

Enseguida corté y le conté a mi señora. Al rato me cayó el mensaje de Mario (Rebollo):

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No lo podía creer, la verdad que no lo podía creer.

¿Qué sentiste? Porque estás por cumplir 30 años y te llaman para jugar en la selección, debe ser algo emocionante...

La expectativa y el sueño siempre están, la esperanza es lo último que se pierde. Yo siempre decía: “yo voy a seguir de la misma manera, no me interesa nada”. Pero el sueño y la esperanza es lo último que se pierden. Yo le voy a dar para adelante, si estoy o no estoy no me voy a bajonear pero siempre voy a luchar para poder estar. La verdad que fue una felicidad terrible, siempre lo soñé y hoy gracias a dios estoy cumpliendo un sueño.

Me contaron una anécdota del partido ante Costa Rica. Te distrajiste un poco en el Himno Nacional...

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 Yo estaba mirando para adelante, en un momento todos se pusieron de costado y el Cacha  me dice: “Carlos, ponete de costado que la bandera está allá”. Y ahí me tuve que poner de  costado. En el momento no me di cuenta pero en la tele sí me doy cuenta, en el Mundial lo viví pero en el momento estaba quietito y ni cuenta me di, estaba en otra, pensando en otra  cosa.

 ¿Cómo fue ese momento?

Entrar a calentar, entrar al estadio…  quería estar concentrado pero no podía porque me venían muchas cosas a la cabeza. El Himno fue una emoción terrible, se me venían cosas a la cabeza.

 ¿En qué cosas pensabas, por ejemplo?

Lo primero fue que estuve mirando el Mundial detrás de una tele y hoy estar acá… es  increíble. Encima me dolía la panza.

¿Por los nervios?

De nervios sí, ya venía en el túnel y me dolía la panza, me dolía la panza, me dolía la panza. Trataba de olvidarme y me dolía, me dolía y me dolía. Después que fueron pasando los minutos tuve más confianza.

Y al final la rompiste, como si no fuera la primera vez.

Sí, mismo los compañeros fueron un apoyo terrible. Me felicitaron y me dijeron que no se notó que fue la primera vez que estaba en la selección. Desde un principio me dijeron que no me cargue de responsabilidad, que disfrute del momento y eso a uno lo alivia y por eso le salen las cosas.

 Uno más de la Celeste

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¿Cómo te recibieron en el complejo?

Bien, me recibieron muy bien. Como si me conocieran, todo el mundo me llamaba Pato y yo pensaba que me iban a llamar Carlos.

¿Conocías a algún compañero de antes?

Sí, con el Tata jugamos en Baby Fútbol juntos y Rolan vivía en el barrio. Pero los conocía más bien de la tele, después no había tratado con ninguno más. Pero desde un principio me hicieron notar que me conocían y eso me dio tranquilidad.

¿Cómo fue tratar con el Maestro por primera vez?

Bien, también el primer día me dijo que después de la práctica quería hablar conmigo, dije: “algún reto me voy a comer”. Pero me dijo que disfrute el momento que me gané. Que a veces es bravo entrar en un proceso pero que tengo que aprovechar la oportunidad y disfrutar el momento.

¿Pensás en River mientras tanto?

No, yo estoy disfrutando acá y después se verá. El martes pensaré en Boca que es la Semi. Pero hoy por hoy disfruto de estar acá con mis compañeros que me tratan muy bien.

(Acá les cuento una infidencia: Sánchez quería que la nota terminara a las 19:00 para ver el partido de River ante Olimpo)

¿Te planteás terminar tu carrera en un equipo uruguayo? Aunque aún te queden varios años de juego.

Sí, me encantaría. Es una posibilidad que siempre mantengo.

¿Pensás en venirte a Liverpool?

Soy agradecido de Liverpool y claro que me gustaría terminar en Liverpool.

¿Y si tuvieras que jugar en uno de los grandes?

Uno siempre de chico se hizo de uno pero no tengo preferencia, antes de venir a Peñarol o Nacional prefiero venir a Liverpool.

El Pato Sánchez está casado hace seis años. En sus ratos libres disfruta de su esposa Selene y de sus dos hijos, el grande de cinco años y el pequeño de dos. Le gusta tomar mate y pasear en Uruguay.

Allá en Argentina se complica un poco y más ahora que estamos bien la gente te dificulta porque la gente se quiere sacar fotos y eso. Pero tratamos de salir siempre con los nenes y que pasen bien.

El Pato asegura que su esposa Selene siempre le hace “el aguante”.

Sin importarle nada siempre estuvo acompañándome, siempre está y se adapta bien a todo.

@carlaUG

Fotos del partido: Ignacio Fernández Antía


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