Dilma en la fase final de su dramático juicio de destitución

Bajo un clima de alta tensión, el Senado brasileño se sumió este jueves en un juicio para decidir si Dilma Rousseff debe abandonar el gobierno del país más grande de América Latina.

"¿Cuál es la moral de este Senado para juzgar a la presidenta Dilma?", lanzó la senadora Gleisi Hoffmann del Partido de los Trabajadores (PT), la fuerza de izquierda que está al mando del país desde hace trece años.

"Sí, tenemos moral y vamos a cumplir con nuestra misión", respondió el senador Laisier Martins, del PDT, quien ya se pronunció a favor del impeachment contra Rousseff.

La final de este dramático juicio político ocurre tras meses de acusaciones, que han dividido a un país azotado por una recesión galopante, un creciente desempleo (más de 11 millones de personas y un masivo escándalo de corrupción que pone en aprietos a toda su clase política, tanto de izquierda como de derecha.

Más de la mitad de los 81 senadores que deciden el futuro político de la mandataria están señalados o investigados por causas de corrupción.

Los expertos coinciden en que sólo un milagro podría devolver al poder a la exguerrillera, la primera mujer en ocupar la presidencia de Brasil, acusada de maquillar las cuentas públicas.

En ese caso el mandato de Rousseff será completado hasta 2018 por Michel Temer, su exvicepresidente devenido en archienemigo, y que gobierna desde mayo, cuando la mandataria de 68 años fue suspendida del poder.

Los sondeos indican una tendencia prácticamente irreversible en favor de la destitución, que requiere de una mayoría especial de 54 votos (dos tercios) de los 81 senadores. La votación final, en la que se definirá si se le impugna el mandato, se prevé a comienzos de la semana próxima.

El lunes será la propia Rousseff la que tomará la posta de la defensa.

"Estoy muy preocupada porque este proceso es un trauma, una situación muy compleja para Brasil", dijo a la AFP Mara Campos, de 50 años, funcionaria en Brasilia.

- Un inesperado final -

La destitución de Dilma es también un inesperado final de gobierno para el emblemático PT de Lula (2003-2010).

Rousseff recibió un país con el legado de una economía pujante que le dejó su padrino político, aupada por programas sociales como el Bolsa Familia reconocidos internacionalmente.

En los primeros años de gloria del PT, el país fue elegido para celebrar el Mundial de Fútbol (2014) y Olímpicos, los primeros en celebrarse en Sudamérica.

Pero ese boom económico que fue motor de crecimiento para la región comenzó a hacer agua durante el primer Gobierno de la exguerrillera. Y hoy ya es historia.

El descontento social creció, las movilizaciones al son de "¡Fora Dilma! se multiplicaron y la popularidad de la presidenta cayó en picada. Rousseff no logró dar el golpe de timón que el país requería para retomar el buen rumbo de la economía.

La tormenta perfecta estalló con las revelaciones de masivos escándalos de corrupción. El mayor y más sonado fue la gigantesca trama de desvío de dinero en la estatal Petrobras que le costó más de 2.000 millones de dólares a la petrolera.

Las acusaciones golpearon de lleno al PT y llegaron hasta el propio Lula.

- "Golpe de estado" -

En caso de ser sentenciada, Rousseff quedará inhabilitada para ocupar cargos públicos por ocho años. Si es absuelta, esta economista de carácter estoico y que militó en una guerrilla marxista durante la dictadura (1964-1985), recuperará su gobierno.

La mandataria insiste en que es "inocente" y denuncia ser víctima de un "golpe de estado" orquestado por Temer, del PMDB, quien fue su compañero de fórmula en 2014 para ganar la elección.

Aislada, la presidenta vivió una suerte de destierro en el Palacio de Alvorada, la residencia oficial.

El cese temporal en mayo de Dilma Rousseff en el gobierno mejoró levemente la confianza en el gigante sudamericano, bajo el gobierno interino de Temer.

Solventar la economía, con probables medidas de austeridad, es apenas uno los desafíos que enfrenta Temer, si finalmente queda en el cargo. Y todo eso con una popularidad de apenas 13% y sin la legitimidad que dan las urnas.

Con el desempleo en niveles récord, la inflación rozando los dos dígitos y un enorme déficit fiscal, la economía brasileña se contraería otro 3,27% este año, según el último reporte del Banco Central.

AFP


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