El presidente brasileño aseguró que la reforma no es grata, pero si no se hace, el país quebrará en 2022 o 2023.
La internación de 17 días del presidente generó un vacío de poder y evidenció las tensiones internas en la alianza que llevó a Bolsonaro a Planalto el 1º de enero.
El presidente, ni bien salió del hospital, quiso enfrentar uno de sus desafíos más grandes: cambiar las reglas de juego en un tema sensible como son las pasividades.
Bolsonaro se reunió en Brasilia con el titular de Economía, Paulo Guedes, y otros jerarcas y finalmente acordaron un borrador de la propuesta que requerirá mayorías especiales en el Congreso.
La idea es que las mujeres se jubilen a los 62 años y los hombres a los 65, con un período de transición de 12 años para aplicar los cambios.
La discusión también incluye los años de aportes y las diferencias entre públicos y privados o profesores, profesionales y militares, aunque los detalles no fueron revelados.
El gobierno entiende que la reforma previsional es necesaria porque el sistema tiene pérdidas que casi llegaron a los 80 mil millones de dólares en 2018.
Bolsonaro dijo este miércoles: "Me gustaría no hacer ninguna reforma de las jubilaciones, pero estamos obligados a hacerla, porque, en caso contrario, Brasil quebrará en 2022 o 2023".