A pesar de que todas las encuestas marcaban un final cabeza a cabeza con el Partido Laborista, el triunfo del actual primer ministro David Cameron fue aplastante.
Las encuestas previas a las elecciones parlamentarias en Gran Bretaña adelantaban un final cabeza a cabeza entre el Partido Conservador del actual primer ministro David Cameron y el Partido Laborista. Sin embargo, los resultados sorprendieron a propios y extraños: los conservadores aplastaron a la competencia y obtuvieron mayoría absoluta.
Tanta fue la sorpresa que cuando la BBC comentó al exlíder del minoritario y centrista Partido Liberal Demócrata -que permitió la gobernabilidad en el último período al formar una coalición con Cameron- que su colectividad perdería 46 escaños en el Parlamento, Paddy Ashdown dijo que se comería su propio sombrero. Al final de la noche, admitió a la cadena pública que no volvería a desconfiar de sus encuestas. Ninguna encuesta había contemplado la posibilidad de un triunfo tan claro.
La derrota de los liberal demócratas los deja con tan solo ocho bancas, mientras que los laboristas obvtuvieron 232. Los "tory", como le dicen a los conservadores, se quedaron con 331, cinco bancas por encima de las necesarias para la mayoría. Con estos resultados, tres líderes políticos dimitieron: Nick Clegg de los demócratas liberales, Ed Milliband de los laboristas y Nigel Farage de los UKIP, el partido antieuropeo y de ultra derecha (que solo obtuvo un asiento en el Parlamento).
La otra sorpresa fue que el Partido Nacionalista Escocés se quedó con 56 de los 59 escaños disponibles en el norte de Gran Bretaña, 50 más que los que había obtenido en 2010. En 2014, Escocia votó un referéndum para escindirse del Reino Unido que dio negativo pero estuvo muy disputado. Fue considerada la mayor sorpresa desde que Winston Churchill perdió la reelección en 1945. Así, como prometió David Cameron, la nación atravesará un nuevo referéndum antes de 2017, esta vez para decidir si permanecer o no en la Unión Europea.
