Bonos de colores: la opción de financiamiento que cuida al medio ambiente

Surgieron como altrnativa a los bonos tradicionales para financiar necesidades que tiene un país de forma sostenible.

Uno de los caminos que tiene un país para conseguir plata cuando la necesita es emitiendo bonos. Uruguay lo hizo la semana pasada y compró deuda por unos 1.700 millones de dólares.

Pero en los últimos años surgió una alternativa a los bonos tradicionales, que son los bonos temáticos o de colores.

Estos bonos buscan financiar necesidades que tiene el país de forma sostenible, es decir, cuidando los recursos de las generaciones que vienen teniendo en cuenta el medio ambiente, la salud y la calidad de vida.

¿Cómo funcionan?

A) Los inversores, cada vez con más conciencia por el cuidado del medio ambiente, compran bonos.

B) El dinero obtenido será exclusivamente para proyectos que estén alineados con el desarrollo sostenible.

El inversor recibirá los intereses que un bono tradicional paga, pero además, el compromiso de que se cumple con pautas y objetivos específicos.

Un bono azul (desarrollo de la industria pesquera cuidando mares y océanos), bono anaranjado (cultura, arte y propiedad intelectual), bono amarillo (tecnología) y bono verde (medio ambiente).


Estos bonos se usan cada vez más, como se puede ver en esta gráfica, en parte porque los inversores se muestran más exigentes sobre para qué y cómo se usará el dinero que prestan.

Hoy los países que más lo usan son China, Estados Unidos y Alemania. En la región: Chile y Colombia. Se usan tanto en el ámbito público, para financiar al estado, como en el ámbito privado para proyectos. En Uruguay, por ejemplo, hay una reciente experiencia entre el banco BBVA y el BID.

Uruguay está trabajando para emitir un bono soberano conestas características. Los ministerios de economía, industria y ambiente están identificando proyectos que cumplan con estos objetivos para salir al mercado en el mediano plazo. ¿Cuáles son las alternativas?

Un bono verde, que apueste por ejemplo a energías renovables, eficiencia energética, prevención de contaminación, transporte limpio, o un bono sostenible, que cumple con lo anterior pero suma factores de impacto social: como vivienda, empleo e infraestructura básica.

Hasta ahora, una decena de países en el mundo ha utilizado este tipo de bonos. Polonia fue el primero en 2016. Uruguay tiene una carta de presentación nada menor: es uno de los países mejor posicionados en el ranking de desarrollo sostenible del índice de JP Morgan.

Lo cierto es que el mundo está empezando a mirar en esta dirección: un punto donde el financiamiento y el cuidado ambiental no son opuestos, sino complementarios. Y uruguay se está sumando a esa tendencia.


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