El padre de Hernán dijo que era un joven con un gran corazón.
El padre de Hernán, Eduardo Fiorito, dijo:
Estamos hecho pedazos, no sé cómo voy a levantar a mi señora. Tenemos la vida destruida, no sé cómo la vamos a llevar de aquí en más. El que ha perdido un hijo sabe lo que es, es imposible de describir con palabras. Más en el caso nuestro, que estuvimos 36 días con él, a su lado, tratando de que saliera pero no pudimos, no pudieron los médicos. Siempre estuvimos con la esperanza hasta el último día de que saliera, y después el último informe que nos dieron decía que solo un milagro lo salvaba. Eso te termina de destruir. Tuvimos al lado de él sabiendo que no había chance. Nos destrozó.
Esto que estamos haciendo ahora, el día a día, el paso a paso. Así esperamos y ahora iremos viviendo día a día, viendo cómo superarlo pero va a ser muy difícil.
Lo adoraban todos. Tenía un corazón. Era un muchacho divino. Se prestaba para todo. Desparramaba alegría, te daba lo que no tenía. Era la alegría de la casa. Se nos apagó la alegría.
