"El paciente no se siente culpable por desear a un niño": ¿existe un tratamiento para la pedofilia? ¿Cómo puede detectarse el perfil de un pedófilo?

"La mayoría de los pedófilos suelen estar dentro de la misma familia" y suelen ser varones, explicó el presidente de la Sociedad Uruguaya de Sexología.

Ante los casos de extrema violencia y abusos sexuales hacia menores, varias propuestas han sido puestas sobre la mesa: algunas de ellas están relacionadas con la creación de un registro público de abusadores, la cadena perpetua o la castración química.

¿Cuáles son las características de una persona pedófila? ¿Es posible tratar la pedofilia? ¿Qué riesgos implica la creación de un registro público? Abordamos el tema junto al presidente de la Sociedad Uruguaya de Sexología, Santiago Cedrés.

El tratamiento de las parafilias, y en particular de la pedofilia, requiere un equipo interdisciplinario. Aunque no hay una solución que sea la regla.

Por un lado hay un tratamiento de terapia cognitivo-conductual, que tiene que ver con tratar de ayudar a la persona a reeducar y reorientar el impulso sexual. Junto con eso vienen los tratamientos médicos, que pueden ser la castración química o el uso de antidepresivos, que cumplen el rol de ser anti-impulsivos de ese impulso sexual que puede llegar a ser delictivo.

La pedofilia es una disfunción que no tiene una cara: y eso es lo grave de la situación. No es un trastorno que se cura, sino que va acompañar a la persona por el resto de su vida. Lo que tratamos es de regularlo para que pueda socializar de una manera adecuada.

Las parafilias entran dentro de los trastornos. Eso implica que el paciente está desorientado, que tiene una orientación sexoerótica particular. Un pedófilo es un paciente que tiene, por lo menos, 16 años y cuya orientación sexual es hacia una persona que por lo menos tiene cinco años menos.

Son muchas las causas. Hay muchas corrientes que señalan que la pedofilia es exclusivamente de los varones, pero hay mujeres que quizás sí tienen algún tipo de parafilia como el sadomasoquismo. La pedofilia es más exclusiva del varón.

Hay perfiles en la personalidad que empiezan a orientar que la pedofilia va a ocurrir. Esto suele empezar en la infancia y se transmite en la adolescencia. Muchos médicos sexólogos nos enfrentamos a una paciente que es llevado por su pareja luego de que fuese descubierto consumiendo pornografía infantil. Cuando se asiste a este tipo de persona, lo primero es preguntar si ha habido algún delito: de ser así, hay que notificar al MSP.

Cuando no ha habido un delito, se hace un tratamiento de rehabilitación. Eso implica la terapia cognitivo-conductual para poder reorientar y lograr que el individuo funcione, con el foco en prevenir el delito. Además, están los fármacos: uno de esos tratamientos es la castración química.

La castración química implica dar hormonas para suprimir la testosterona, que es la hormona del deseo sexual. Como única medida, no es una rehabilitación: hablamos de un tema crónico, que acompañará a la persona toda su vida.

Generalmente, el paciente consulta cuando la pareja lo descubrió. Pocas veces existe la culpa: el paciente no se siente culpable por desear a un niño o una niña. El pedófilo puede tener atracción hacia alguien de su mismo sexo, de otro sexo o hacia los dos sexos.

La mayoría de los pedófilos suelen estar dentro de la misma familia: un tío, un padrastro. O un vecino. O personas dentro de las educaciones educativas o de los clubes.

Tenemos que estar atentos y buscar los perfiles de las personas que se acercan a nuestros hijos. Hay que buscar si hay orientaciones pedófilas para poder actuar antes de que exista el delito.


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