El perfil del presunto homicida de Lola Chomnalez: cuando la joven desapareció en Valizas, él trabajaba en un restaurante del balneario

Si bien el hombre admitió haber robado la plata que había en la mochila de Lola, dijo que él no la mató. 

Leonardo David Sena Cabrera es el presunto homicida de Lola Chomnalez, según determinó la Justicia en la noche del jueves tras dos exámenes de ADN que arrojaron coincidencia con las muestras obtenidas en pertenencias de la joven asesinada en Valizas, en 2014.

Sena vivió desde chico en el balneario La Aguada, muy cerca de La Paloma. Su madre tuvo once hijos; él, al igual que sus hermanos, fue dado en adopción.

Quienes lo conocían dijeron que era "bastante tranquilo" y aficionado al Karate. Tiene 39 años y es padre de una niña.

En el año 2003 tuvo su primer antecedente; en esa oportunidad, por violencia privada. En el año 2009, en tanto, violó a una quinceañera, a la que capturó cuando caminaba sola por la Ruta 15 rumbo a su casa luego de una fiesta. En esa ocasión, sorprendió a la menor y la violó, le robó el celular, y posteriormente la dejó ir. Horas más tarde, y siguiendo pistas aportadas por la joven con características del agresor, la Policía de La Paloma detuvo a Sena y fue procesado por violación.

En 2013 recuperó la libertad y se fue a la ciudad de Castillos, donde vivía de changas. En diciembre de 2014, cuando desapareció Lola, estaba trabajando en un restaurante de Valizas; y en el rato libre de la tarde, acostumbraba salir a caminar por la playa, tomando mate, rumbo a Aguas Dulces.

Según pudo saber Telemundo, esa tarde salió a caminar, pero tomando una cerveza, que se le cayó y le cortó un dedo de la mano.

Si bien el hombre admitió haber robado la plata que había en la mochila de Lola, dijo que él no la mató.

Los investigadores apuntan que se habría cruzado con Lola y, a punta de navaja, la llevó hacia un médano con intenciones de violarla. Como Lola se resistió, le apretó la cabeza contra la arena y la menor murió por asfixia.

El presunto homicida revisó la mochila y ahí manchó la toalla con sangre. Además, se llevó la plata uruguaya y argentina. Esa muestra de ADN sería la que más tarde lo vincularía al caso.

El presunto homicida aprovechó que el rumbo de la investigación apuntaba en principio al entorno de la adolescente argentina; y, de esa manera, logró burlar a la Policía por siete años y medio, hasta que se llegó a dar con él en Chuy, donde trabajaba en una panadería.


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