En su discurso, que tuvo de fondo cánticos y reclamos en contra de UPM, Pablo Da Silveira habló de lo que implica hoy luchar por la independencia

El ministro de Educación fue el orador en nombre del Poder Ejecutivo en el acto aniversario de la Declaratoria de la Independencia.

Da Silveira repasó el recorrido histórico que llevó a la declaratoria de la Piedra Alta hace 195 años: en medio de incertidumbres y conflictos, los orientales dimos el paso de convertirnos en uruguayos sin dejar de ser orientales. De ser un pueblo a un país independiente y decidimos que si íbamos a ser un país independiente, íbamos a serlo en serio y de verdad, elegimos que esta contingencia histórica se convirtiera en una aventura.

Da Silveira dijo que la independencia no quedó asegurada hace 200 años sino que es una pelea continua: ser independientes no es algo que se conquista de una vez y para siempre es una realidad que se construye y se pelea todos los días. Luchar por la independencia en el siglo XXI es seguir defendiendo los pilares de convivencia, constitución, democracia, división de poderes, respeto de la ley, sensibilidad social, tolerancia hacia la diversidad de opiniones y formas de vida, es recuperar una política exterior no fundada en afinidades ideológicas y amistades sino en defensa de intereses permanentes que respete el orden jurídico internacional porque los países solo tienen para perder cuando las relaciones quedan reducidas.

Ya en temas de actualidad el ministro dijo que la lucha por la independencia es en el plano económico, político, social y educativo: fortalecer nuestra capacidad de producir y comerciar, un país que no es capaz de generar riqueza no puede asegurar el bienestar de sus habitantes, y un país chico solo puede crecer proyectándose hacia afuera. Condición para ser dueño de nuestro destino.

Para Da Silveira la lucha por la independencia es también defender al país del delito y el narcotráfico y seguir recibiendo a los inmigrantes que lleguen: ser patriotas es sentirse partícipes en la construcción de una casa común que es de todos los que nacimos y los que llegan, no es un sentimiento en contra de nadie, sino a favor.

 

 

 


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