Eduardo Blasina y los autoconvocados: "No es solo protestar, es plantear soluciones"

Hablamos con el ingeniero agrónomo y consultor sobre el movimiento Un Solo Uruguay, sobre la construcción de confianza con el gobierno y sobre la sequía.

La movilización de los autoconvocados se inició hace dos meses y medio ¿Qué dejó, desde entonces, en la sociedad uruguaya? ¿Cómo está el campo hoy? ¿Qué consecuencias tendrá para el país de la sequía de los últimos meses? Conversaremos al respecto con el ingeniero agrónomo Eduardo Blasina.

Usted fue uno de los oradores en el acto de los autoconvocados, el 23 de enero, en Durazno. Desde entonces, muchos lo identifican con ese movimiento. Es más: hace pocos días, en un coloquio, el subdirector de la OPP, Fernando Isabella, recordó ese antecedente suyo y lo calificó como “opositor” ¿Cómo se define usted mismo?

Como un analista de la realidad que tiene independencia para decir lo que le parece que está bien o lo que está mal. No soy oficialista ni opositor. Simplemente trabajo con gente del campo que me parece tan respetable como la de la ciudad y que me parece que tienen razón en plantear una serie de problemas que tiene Uruguay con la exportación. Pero soy opositor de lo que me parece que está mal y apoyo lo que me parece que está bien. La ley del cannabis me parece una buena ley y el tipo de cambio yendo para abajo y la inflación por arriba de la meta no me parece que sea algo bueno para el país. Entonces quiero mantener esa independencia de poder decir aquellas cosas que me preocupan.

Usted afirma que hay “un país distinto” desde que irrumpió este movimiento, “Un solo Uruguay”. ¿Por qué?

Primero porque se ha establecido una vía de diálogo que antes no estaba. Segundo porque el movimiento dijo que había un montón de gastos del Estado que había que revisar y hemos visto un montón de gastos que eran bien cuestionables. No ha pasado una semana sin que hubiera un hecho que no  llame la atención. Habitualmente en enero en Uruguay no pasaba nada y nadie sabía un montón de cosas que estaban pasando y se han destapado. Ahora la ciudadanía está mucho más alerta y atenta a lo que son los gastos del Estado y mucho menos dispuesta a tolerar que se gaste sin transparencia lo que pagan de impuestos. Y también hay un cambio en las formas. Desde que la manifestación en Durazno no dejó ni una sola bolsa de nylon tirada y que se ponga especial cuidado en no molestar a nadie cuando se protesta, es bien distinto a otras formas que basan su presión en interrumpir el tránsito, en dejar a la gente sin ómnibus para volver a trabajar. Es una metodología sumamente respetuosa de los ciudadanos.

En la discusión que tuvo el mes pasado en la puerta del MGAP con un grupo de productores, el presidente Vázquez advirtió que “es un movimiento político”. Ustedes se han reunido con dirigentes de la oposición, no con frenteamplistas. Desde el FA varios dirigentes y militantes sostienen que este movimiento es de oposición o, por lo menos, resulta funcional a la oposición y es usado por la oposición. ¿Cómo ve esta polémica?

A todo gobierno le preocupa cuando alguien plantea problemas, pero me parece que esto ha demostrado que no tiene nada de político partidario. Es político en el sentido amplio. Hay situaciones en las que parece que el Estado despilfarrara el dinero y eso pone en riesgo el conjunto de la Economía. Creo que a esta altura catalogarlo de político partidario queda muy claro que no.

Según une encuesta de CIFRA, el movimiento tiene buena aceptación. El 77% “oyó hablar de los Autoconvocados”. Y ante la pregunta: ¿Los Autoconvocados tienen razón en lo que reclaman?” Más del 60% afirma que sí, e incluso entre los frenteamplistas 12% dice que tienen “mucha razón” y 50% “algo de razón” ¿Cómo ve esos números?

Suenan muy bien. La mayoría de la población por lo menos estuvo dispuesta a escuchar en un país donde en general la ciudad no escucha mucho al agro, y viceversa.

El sábado pasado, en su columna de todas las semanas en El Observador, usted calificó como esperanzador lo que ocurrió en la reunión de la mesa de trabajo sobre agro organizada el miércoles por el MGAP. ¿Por qué?

Porque finalmente se logra empezar a trabajar, que era lo que buscaban los que convocaron. Se empezó a trabajar en un tema concreto, como bajar el precio del gasoil sin generarle un costo al Estado o minimizándolo. Eso es interesante. Hay cosas para revisar.

Usted, a veces, en sus columnas, se pone a soñar.  Se ha empezado a trabajar en la búsqueda de las soluciones más racionales a los problemas. Tal vez llegue un Mercosur de la energía que vuelva absurdo el contrabando. Tal vez bajar costos no le cuesta al Estado más que ingenio y decisión. Tal vez haya que hacer una pausa en las mezclas de etanol y biodiésel. Pero sobre todo tal vez aprendemos una mejor manera de trabajar en equipo.

Y esa es la clave, ¿no? Ha habido una evolución. Al principio primaba la desconfianza de los dos lados. Muchos integrantes de lo que ahora es Un Solo Uruguay al principio creían que los iban a demorar, que los iban a querer dividir, van a querer que se demore hasta el Mundial, van a usar el diálogo para derrotarnos. Desde el gobierno lo veían como una cuestión desestabilizadora, como se dijo en Piriápolis. Construir confianza es la clave.

¿Cuáles serán las consecuencias de las sequías?

Va a dejar un problema financiero en los agricultores. Vienen de dos malas cosechas. Recordemos que no hubo frío el invierno pasado, y eso dañó las cosechas de trigo y cebada. Y ahora no tuvieron agua, porque estas últimas ya llegan tarde.


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