Algunos lo hacen por sus propios medios y otros ayudados por el Ejército para mover sus muebles.
Varios vecinos de Salto abandonaron sus casas con el agua a la cintura y trataron de cerrar lo mejor posible para que no se abran las puertas.
Los desplazados en Salto ya superan los 1960 y esperan que el número siga subiendo.
Julio, padre de uno de los afectados en por las inundaciones, explicó su situación: "A mí también mi compete porque es mi hijo. El agua no ha entrado a su casa pero la tiene a pocos metros. Tiene una nena de cinco años y un bebé de seis meses. No podemos esperar a que entre. Estamos esperando que vengan los camiones. Sacamos todo para afuera y ahora tenemos miedo que se largue el agua y se moje todo. Es una familia que recién se inicia, que da los primeros pasos. Hay muchas familias en esta situación".