La aplicación del masaje cardíaco y el uso del desfibrilador aumentan de manera importante las chances de salvar una vida.
Abordamos el tema junto a la doctora Fernanda Xalambri, integrante de la Comisión Honoraria Salud Cardiovascular.
“El tiempo se cuenta en escasos minutos, no podemos esperar a la ambulancia, porque las chances de sobrevivir pasan a menos del 10 % y con muy mala calidad de sobrevida.
Más del 80 % de los casos de muerte súbita se producen en la vida diaria, de forma inesperada.
Si se produce dentro de los primeros tres minutos, las chances de sobrevivir aumentan al 70 %. El masaje cardíaco hace circular la sangre, y eso oxigena el cerebro, lo que mantiene vivo el corazón.
La persona se va a desplomar cuando sufre el paro. Hay que mirar la seguridad de la escena: si no hay cables sueltos, por ejemplo. Luego, nos aproximamos y hay que ver si se despierta, porque quizás es solo un desmayo transitorio, luego de sacudirlo por los hombros. Luego hay que ver si respira: hay que llevarle la cabeza hacia atrás, para levantar la lengua, y así liberamos la vida aérea. Vamos a escuchar el ruido y ver si el pecho sube y baja. Hay que pedir ayuda, llamar a la emergencia móvil y solicitar el desfibrilador del lugar. Mientras viene la ayuda, comenzamos el masaje cardiaco.
Hay que ir al medio del pecho, sobre el hueso, y con los brazos estirados, con los hombros bien arriba, hay que descender entre cinco y diez centímetros: fuerte y profundo”.