Ese año, con apenas cuatro días de diferencias, ocurrieron dos accidentes graves que dejaron como saldo cuatro fallecidos.
El 12 de agosto del 2016, un avión de la Fuerza Aérea se estrelló en Durazno, cerca de Ombúes de Oribe.
Realizaba maniobras de rutina cuando se perdió comunicación.
El A-37B Dragonfly de la Brigada Aérea II en Santa Bernardina, se precipitó a tierra sobre las 10 de la mañana. Murieron el piloto Diego Tabaré Medeiros Pérez y el copiloto Cristian Javier Estévez Rojas.
Apenas cuatro días después, un helicóptero de la Fuerza Aérea se estrelló en el Aeropuerto de Carrasco y murieron sus dos ocupantes.
El UH-1H, que estaba en servicio desde 1971, realizaba un vuelo de instrucción. Fernando Martín De Rebolledo y Gonzalo Correa resultaron politraumatizados graves y fallecieron cuatro horas después en el Hospital Policial.
El accidente se produjo cuando practicaban la autorrotación, una maniobra para simular aterrizajes sin motor.
El antecedente de estas tragedias es del 31 de enero de 2004, cuando un avión militar de la base de Durazno, se estrelló cerca de Florida, falleciendo el coronel Heber Tomé y el capitán Gustavo Varela.
El accidente más reciente, sin víctimas mortales, es del 02 de febrero de 2018. La aeronave T-41D realizaba un vuelo del operativo “verano Seguro” cuando tuvo que hacer un amerizaje de emergencia en Punta del Este, en el agua a la altura de la Parada 24 de la playa Mansa. La tripulación resultó ilesa.
Fue asistida por guardavidas, bañistas y Personal de la Armada Nacional.
