Nueva York, la ciudad estadounidense más castigada por el coronavirus, dio un nuevo paso para salir del confinamiento al reabrir comercios no esenciales

Mientras, en estados del sur y el oeste aumentan los contagiados por Covid-19.

Lejos de la plena normalización y tras dos semanas en la fase 1 de la reapertura, Nueva York entra este lunes en un nuevo periodo en el que podrán retornar a las oficinas de la Gran Manzana el 50 % de los trabajadores de cada edificio, abrir las terrazas de los restaurantes, peluquerías y tiendas.

El alcalde de Nueva York, Bill De Blasio, aseguró que con la apertura de las terrazas se salvarán 5.000 restaurantes en toda la ciudad y 45.000 trabajados del sector de la restauración.

Junto a las terrazas, las autoridades están permitiendo también el regreso de las sillas y las mesas de libre acceso que las asociaciones vecinales de la ciudad suelen colocar en plazas y zonas públicas de la ciudad para sentarse a descansar, charlar o llevarse comida y disfrutar de un lugar al aire libre.

"Normalmente hay decenas de mesas y sillas pero debido al coronavirus estamos delimitando cuadrados para respetar la distancia social y reabrir la plaza esta semana", cuenta William Kelly, en la plaza Astor, mientras señala los cuadrados que están dibujando con esparadrapo unos operarios, antes de que se coloque el mobiliario público, que Kelly espera que pueda estar listo para el fin de semana.

Además de las terrazas y el regreso de sillas y mesas a espacios públicos, desde este lunes reabren también las zonas de juego para niños y los clientes pueden entrar en las tiendas y grandes almacenes como el Macy's, que hasta ahora o permanecían cerradas o solo permitían acercarse a la puerta para recoger los productos comprados por internet.

LAS COLAS DEL HAMBRE CONTINÚAN

Pero no muy lejos de allí, un proyecto de reparto de comidas a los más necesitados, entre ellos muchos trabajadores golpeados por la crisis, recuerda que la situación está muy lejos de recuperarse.

Alez Laurence, el director ejecutivo de una iniciativa de entrega de alimentos y servicios a gente sin hogar de la congregación religiosa Trinity, explica a Efe que con el estallido de la COVID-19 experimentaron una aumento de la demanda de servicios de entre el 30 % y el 40 %, aunque celebra que en estos momentos la demanda se ha estabilizado.

"Creo que es una buena señal, la gente está volviendo a trabajar, la gente está dejando de estar ansiosa sobre cómo va a conseguir comida", dice Lurence antes de mostrar su deseo de que pronto se vuelva a "niveles de normalidad".

Actualmente sirven entre 200 y 250 comidas al día, frente a las 150 personas que atendían antes de la pandemia, "200 en los días muy ocupados", continúa Laurence que subraya "lo duro que es ver a gente por primera vez viniendo a pedir ayuda. Esa gente tenía trabajos, tenía apartamentos, esa gente no vivía en la calle. La pandemia realmente a dañado a demasiada gente".

LAS PELUQUERÍAS, OTRO NEGOCIO QUE RETOMA SU ACTIVIDAD

Las peluquerías son otro de los negocios que han levantado las persianas metálicas en Nueva York y que pueden atender a los clientes, pero por turnos y con cita previa. Se han podido ver incluso algunas colas en barrios como el Upper West.

"Han pasado como cuatro malditos meses ya y es la primera vez que vengo al peluquero", dice Alfredo a Efe en la puerta de la "Barbershop Astoria", una peluquería en el barrio de Queens, antes de mostrar su pelo que lleva tapado con una gorra negra.

"Está demasiado largo", dice antes de confesar que en todo este tiempo quiso "arriesgarse" a cortárselo a sí mismo o que alguien se lo cortase.

Alejandro Quintos lleva 17 años trabajando en esta peluquería para hombres y declara que se siente "raro" después de tres meses sin cortar el pelo, pero también "a gusto, con la gente de siempre".

La tienda no abre hasta las diez, cuenta Alejandro, que explica que desde la nueve de la mañana, cuando llegó al negocio para ponerlo todo a punto, ya había gente esperando, impaciente por cortarse el pelo.

"Son las diez y tenemos la casa llena y gente afuera", dice sin poder esconder su buen ánimo a pesar de llevar mascarilla y mientras le pasa la maquina a un cliente, ataviado también con otra mascarilla que le tapa nariz y boca para evitar un eventual contagio de la COVID-19.


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