La estadía de Leonor en el parador fue especialmente mediática porque, luego de comer miniaturas de pescado y flan con dulce de leche junto a sus colegas, bajó a la playa La Mulata en bikini y fue fotografiada.
"Cuando vienen turistas me gusta que se sientan bien. Van a la playa, vuelven... lo disfruto yo". Paola Ceriani, propietaria del parador Don Ceriani (Punta Gorda), se emociona al hablar de la visita de la princesa Leonor de Borbón el jueves 6 de marzo.
No le emocionó en el momento. De hecho, ni ella ni su pareja ni su hija se percataron de que uno de los "chicos muy parecidos y muy bonitos" que se sentaron en las mesas esa tarde de ola de calor era la heredera al trono de España.
Pero sí se emociona al ver el reconocimiento al trabajo. "Es el esfuerzo de uno, mantener este lugar lindo para los demás", dice a Telemundo, y cuenta que ahora hay una "locura en España" por la visita de Leonor y que los medios de ese país la llaman a "cualquier hora" para hacer entrevistas. "Me llamaron a las cuatro de la mañana que por favor hablara. ¿Qué voy a decir? Es algo de publicidad para el local, que no es tan visible. Uruguayos en España me dicen que soy re famosa allá. Esperemos que los que vengan de España nos vengan a visitar", dice mientras se ríe.
La estadía de Leonor en el parador fue especialmente mediática porque, luego de comer miniaturas de pescado y flan con dulce de leche junto a sus colegas, bajó a la playa La Mulata en bikini y fue fotografiada. En España la imagen causó revuelo, dado que los reyes han mantenido a la joven de 19 años con un perfil extremadamente bajo y no se la había visto así de distendida.
La princesa Leonor de Asturias, hija del rey Felipe VI de Borbón y la reina Letizia, inició a finales de 2023 un período de tres años de formación militar, tal como hizo su padre en su camino de preparación para el trono. Para esto se embarcó en el buque escuela Juan Sebastián Elcano junto a otros 75 guardiamarinas. Entre el 5 y el 9 de marzo estuvo atracado en Montevideo.
En la tarde del segundo día de la estadía fue al local ubicado en la rambla República de México. Horas antes, cuando el comercio aún no había abierto, un hombre mayor "con acento español" llegó al lugar a reservar varias mesas.
"Les dije que eran bienvenidos, como a cualquiera, tranqui... no le di importancia y seguí trabajando. Luego empezaron a caer estos chicos", contó. Pese a ser guardiamarinas, estaban vestidos de civiles. Los jóvenes le preguntaron a la pareja de Paola dónde podían comprar trajes de baños para meterse al agua, y en pocos minutos se fueron y volvieron con indumentaria para meterse al mar. "Fue un día que el agua estaba espectacular", rememoró.
"Se cambiaron en los baños, se bañaron en el agua y pasaron bárbaro. Estuvieron como tres horas. No es que venían a almorzar, venían como a disfrutar el día. (Leonor) se sentó mirando al mar. Muy tranqui", narró Ceriani, que no interactuó con ella más que para llevarle hielo en una de sus vueltas del mar.
Luego, su hija fue la encargada de cobrarles. Cada uno pagó lo suyo con tarjeta y dejó la propina del 10%.



