Se llegó a la decisión tras una reunión realizada en Santa Fe, Argentina, entre el presidente Vázquez y el CEO de la empresa, Roberto Castello Branco.
La decisión de Petrobras de abandonar Uruguay responde a una decisión más grande tomada por la petrolera brasileña. Petrobras viene de un 2015 con más de cien mil millones de dólares en pérdidas. En 2019 asumió el nuevo gobierno con Bolsonaro a la cabeza, quien designó a Castello Branco al frente. Lo que plantea es que es una empresa muy grande, que produce mucho (produce el 98 % de los combustibles de Brasil) y ya no es negocio abarcar tanto.
Es por esto que Petrobras hizo un plan de desinversiones por 74 mil millones de dólares para focalizarse solamente en negocios rentables. Buscan deshacerse de la mitad de la capacidad de producción, disminuir la refinación y el gas natural. Ya había decidido abandonar negocios en Argentina, Chile y Paraguay. Uruguay es una cuenta más de este rosario.
La primera consecuencia para Uruguay es lo que ya estaba anunciado. Petrobras en Uruguay tiene 89 estaciones de servicio con sello, la concesión del gas natural hasta el 2024, unos 45 mil clientes de gas naturales, 200 trabajadores y 116 millones de dólares en pérdida. La empresa brasileña tenía contrato por un lado hasta 2024 y por otro hasta 2032 y es una concesión por un servicio público. Un fallo judicial le dijo a Petrobras que no se podía ir antes pero estableció que el gobierno debería hacer lo posible para mejorarle el negocio.
El Estado comenzó a buscar una forma de mejorar las condiciones, pero comenzó también la huelga del sindicato. En total hubo más de un mes de huelga en el sindicato del gas.
¿Qué negociaron?
Uruguay permite que Petrobras se vaya antes de lo previsto en el contrato, pero Pretrobras no reclama nada de lo previsto en el juicio internacional. A su vez, la petrolera brasileña decide dejar sus activos al Estado. A partir del 30 de setiembre el Estado comienza a administrar todo provisoriamente, mientras busca otro inversor que se haga cargo.
