Quienes sobrevivieron a la tragedia tienen versiones diferentes sobre los hechos y aspiran a que la Justicia reabra la investigación.
El fuego se desató en la madrugada del 8 de julio del 2010.
En la celda 2 había veinte reclusos. Era una pieza de casi 40 metros cuadrados con ventanas con nylon y cartón.
En el medio había ocho ranchadas, como se denomina a los espacios separados por mantas colgadas.
La investigación judicial determinó que una de esas mantas cayó sobre una resistencia de ladrillo y alambres conectados a un tomacorriente y que eso generó el incendio.
La guardia perimetral dio aviso del fuego, y los policías abrieron la celda.
Doce presos murieron y ocho sobrevivieron, algunos de ellos con quemaduras que demandaron casi dos meses de internación.
Tienen versiones diferentes sobre los hechos, y aspiran a que la justicia reabra la investigación.
Acusan a los policías de demorar en abrir la celda, porque habría una orden inicial de no hacerlo. Otra versión señala que el fuego comenzó por un recluso que atacó a otro con un cuchillo.
Luego de la tragedia, el Ministerio del Interior prohibió la colocación de ranchadas dentro de las cárceles.
"Cada 8 de julio es como volver a enterrar a nuestros hijos", reflexionó Mario Barrios, padre de uno de los jóvenes fallecidos en el incendio. Su hijo tenía 19 años. Piden que la causa no prescriba
Este miércoles por primera vez los familiares ingresaron a la cárcel. El lugar está intacto como cuando se abandonó luego del incendio. El padre de Matías, fallecido en aquella tragedia, explicó qué significa esto para él.
El comisionado parlamentario para las cárceles, Juan Miguel Petit, dijo que recorrer el lugar es algo "muy impactante" y que se deben redoblar los esfuerzos para trabajar por los derechos humanos de todas las personas.
Mariela Sosa es la madre de Matías, fallecido en la tragedia, dijo que su hijo fue enviado a prisión por ingresar tres porros en bizcochos para un amigo que estaba en la cárcel.
