En 2012 la pareja de Viviana Ramos la asesinó a golpes, limpió todo y enterró su cuerpo con ayuda de un cómplice al que le pagó 500 pesos

Luego de años de extorsión, el homicida decidió confesar para que el cómplice no siguiera pidiéndole dinero.

Viviana Ramos y su homicida se conocían de toda la vida. En su declaración ante el juez Humberto Verri, el procesado confesó que mantenía una relación afectiva con la mujer, pese a que estaba casado.

Ella se dedicaba a la venta por catálogo, pero los pocos ingresos que percibía llevaron a que el hombre decidiera pagarle el alquiler de su casa y otros gastos, según el auto de procesamiento al que accedió Telemundo.

El homicida afirma que la mató un jueves pero no recuerda si de junio o julio del 2012.

Según su versión, ambos estaban solos en el dormitorio de la casa del hombre. En ese momento ella le pidió 16.000 pesos para pagar una deuda  pero, siempre en base al relato del hombre, este se negó porque ya era la cuarta vez en pocos días que le pedía dinero. Entonces discutieron.

Según el indagado, la mujer intentó agredirlo con un cuchillo. Incluso llegó a rasgarle la ropa. Cuando Ramos se iba le dijo al hombre que iba a matar a su esposa. En ese momento el imputado la sujetó desde atrás, la agarró de una mano, la arrojó sobre la cama y la mujer cayó boca abajo. Mientras la tenía sujeta con la mano izquierda, con la derecha tomó una maceta y la golpeó en la cabeza dos veces, así fue que la mató.

Luego de eliminar todos los rastros de sangre de su casa, el homicida contactó a su cómplice, un hombre que le hacía trabajos de albañilería y que vivía a dos cuadras del lugar.

Los dos tomaron cerca de dos litros de vino y el homicida le dijo que necesitaba ayuda para enterrar un cuerpo. Ya era de noche. El cómplice cavó un pozo cerca del río Santa Lucía y hasta allí levaron el cuerpo de la mujer para enterrarlo.

Al día siguiente el homicida se deshizo de la ropa de la mujer, así como de varios muebles que ella tenía en la casa. Para no despertar sospechas siguió pagando dos meses de alquiler de la vivienda en la que vivía Ramos y le dijo a su familia que se había ido a trabajar con cama a Las Piedras.

Tras siete años de ocurrido el crimen, el homicida decidió contar a las autoridades lo sucedido ya que recibía presiones de su cómplice pidiéndole dinero. “Gracias a mí estás libre”, solía decirle.

La Justicia finalmente procesó a ambos hombres, al autor de la muerte de Viviana Ramos por un delito de homicidio muy especialmente agravado y a su cómplice por encubrimiento.


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