Tiene síndrome de Down pero no se detuvo: obtuvo educación terciaria, es entrenador de básquetbol y trabaja en una ferretería.
Juan Andrés Fitipaldo hizo primaria en el colegio Waldorf Uruguay y secundaria en el Jesús María, hasta cuarto año. Luego, entró a la Facultad de Recreación Educativa en la Universidad Católica, donde completó dos años de carrera.
En 2007, comenzó a trabajar en la ferretería industrial Icarey, que es propiedad de unos amigos de sus padres, y ya lleva diez años desempeñando distintas tareas.
“Se nos ocurrió que podría ser un empleo bueno para Juan porque es un trabajo donde hay mucha logística, donde hay tareas repetitivas”, contó Silvia Souto.
“Para mí el trabajo es importante y es en serio y también implica responsabilidad y entrar en hora y ser buen compañero y buen amigo”, explicó Juan.
Juan empezó haciendo la cadetería y recibiendo proveedores, después pasó al empaque, donde le enseñaron a contar tornillos, chavetas y otros artículos con una caja con diez reparticiones, a fin de que él armara la centena y embolsara.
“Así empezó, ahora ya cuenta de a miles, en realidad él ahora se conoce los 10.000 ítems que tenemos en el depósito. Hace clasificación, embolsa, codifica, trabaja con su ficha de stock en el inventario, sabe entrar en la computadora y ver características, marcas, descripciones y códigos”, señaló Souto.
“Hubo un par de compañeros que me enseñaron cuando entré y de a poco fui aprendiendo hasta donde estoy ahora, que sé todos los artículos que haya acá en la empresa”, contó Juan.
Más allá de la relación personal que la une con la familia Fitipaldo, Silvia describe a Juan como un empleado ejemplar.
“Si fuera por él, es el primero en llegar y el último en irse. Es una persona que tiene hábitos de trabajo muy formados: es muy responsable en su tarea, le gusta cumplir, le gusta esforzarse, saber y aprender. Entonces tenerlo es un placer porque como persona es un gran ser humano, una persona que te condiciona el ambiente laboral para bien, él suma porque tiene un alma transparente, entonces todo lo que él piensa lo dice. Realmente nos ha enseñado a decir lo que pensamos y a demostrar lo que pensamos, queremos y sentimos”, admitió Silvia.
“Hemos compartido un montón de cosas acá en la empresa y siempre nos estamos dando para adelante. Compartimos buenos momentos, hay veces que hacemos busecas o asados o partidos de fútbol acá de la empresa con los demás compañeros y esos son los momentos lindos que tengo”, dijo Juan.
“Nos enseña todos los días a realmente valorar lo importante”, sostuvo Silvia, quien recomienda a otras personas a contratar trabajadores con síndrome de Down “por lo menos en el rubro nuestro, que es logística, yo creo que son fundamentales, que son muy buenos empleados, que pueden hacer un muy buen trabajo, simplemente necesitan la oportunidad”.
“Realmente creo que sería bueno que otras empresas tomaran la misma iniciativa porque realmente creo que es positivo”, agregó Silvia.
Según Silvia, la ferretería es sólo una etapa en el camino de Juan.
“Él no tiene límites, no tiene fin, se va a ir desarrollando todos los días de su vida porque aparte tiene una familia hermosa que lo apoya y que toda la vida le dio las herramientas para poder crecer. Entonces, somos un pedacito más nada más, un eslabón más en eso que es la cadena de la vida de él”.
Una vida en el básquetbol
Juan Andrés viene de una familia de basquetbolistas. Tanto su padre como sus dos hermanos practican ese deporte y Bruno, de 26 años, integra la selección nacional de básquetbol y juega en Italia.
Juan Andrés vive con sus padres, Silvana y Juan, y con su hermano Hernán de 23 años, aunque su otro hermano, Bruno, lo visita muy seguido cuando está en el país.
“Mi familia desde chico siempre me han apoyado en todo. Consiguieron la escuela, el liceo, la Facultad de Recreación”, contó Juan.
Los cuatro hombres de la familia comparten el amor por el básquetbol, deporte que ha estado presente en la vida de Juan desde siempre.
Juan asistió desde niño al básquetbol del club Náutico y es amigo de la infancia de los actuales integrantes de Náutico Universitario quienes, al formar el equipo, lo tomaron como ayudante técnico.
“Para nosotros es uno más. No es especial. Para nosotros es Juan y estamos acostumbrados y lo tratamos como uno más del grupo, sin ninguna diferencia”, señaló el director técnico Pablo García.“Él está en todas las prácticas, se encarga de traer las pelotas para empezar, de dar determinadas charlas. Se lo toma muy a pecho y muy enserio, entonces eso está bueno porque no da lugar a- viendo como él lo maneja- es una enseñanza para todos manejarlo de esa manera también. La verdad es una enseñanza todos los días”, agregó.
“Que él nos elija, y no que nosotros lo elegimos a él es espectacular”, opinó el técnico.
Este año, Juan hizo el curso de entrenador de básquetbol nivel inicial, que le permite entrenar niños de hasta trece años, y hace poco recibió su diploma.
“Fue importante para mi vida, mi familia, mis padres, mis hermanos Bruno y Hernán, y fue la etapa más importante que he tenido en mi vida poder hacer el curso de entrenador de básquetbol”, admitió Juan.
¡Para mí, el mejor entrenador del mundo! 😃😃 pic.twitter.com/lfLQ7m1ADE
— Bruno Fitipaldo (@BrunoFitipaldo) August 19, 2017
“Es importante para poder trabajar en la parte con niños chicos y poder hacer otras cosas aparte de la ferretería”, detalló.
Se calcula que uno de cada 700 niños que nacen tiene síndrome de Down y, dadas las mejoras en salud, exceden en vida a sus padres.