Una historia de traiciones pasionales dejó al descubierto la rama uruguaya de una organización internacional dedicada al tráfico de cocaína

Este grupo estaba liderado por una pareja que reclutaba navegantes uruguayos, conocidos como "guerreros", para el traslado de grandes cantidades de droga a Europa.

Estas personas viajaban en avión a Venezuela y desde allí en veleros al Puerto de Galicia en España. En las embarcaciones hacían el traslado y luego el trasbordo de la droga en medio del océano y regresaban al dinero con el dinero, como pago por el cargamento enviado, que también lo recibían en alta mar.

Los tripulantes uruguayos eran la mano de obra contratada para el negocio, mientras que la estructura operativa se desarrollaba básicamente en Venezuela con ramificaciones en varios países de Europa. Se calcula que en cada viaje transportaban entre 1.200 y 1.500 kilos de cocaína en su máxima pureza, por uno 43.000.000 de dólares.

Los tripulantes ganaban entre 200.000 y 300.000 euros por viaje, debían tener conocimientos en navegación a vela. La travesía de puerto a puerto les tomaba cerca de 45 días.


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