El testimonio de la dueña de la peluquería de Pocitos en la toma de rehenes: "Necesita 'pagar' por lo que hizo, pero lo que más necesita es curarse"

La peluquería Amor Mío, en Soca y Gestido, tuvo una toma de rehenes por parte de un joven este jueves.

Luego de que se disolviera una toma de rehenes este jueves en la peluquería Amor Mío en Pocitos, conocimos el testimonio de Mónica Fernández, dueña del comercio:

Es difícil ponerle palabras porque se vivió de todo. En un principio, muchísimo miedo. Muchísimo. El chico entró absolutamente descontrolado. En mi vida había visto a una persona tan mal, tan violenta. Gritaba que era el Diablo, que iba a matar a todos.

La cantidad de sensaciones que viví es muy difícil ponerle palabras.

Yo estaba atrás de la recepción con otros más. Todos teníamos miedo de morirnos. Sabía que si lográbamos todos mantener la calma, el momento de shock violento iba a pasar. El violento es así: primero venía el subidón y después bajaba. No había que provocarlo.

Había dos personas con decolorante en la cabeza y le dije si me dejaba enjuagar a la gente con claritos. A partir de ese momento, todo se empezó a calmar. Logré comunicarme con él primero. Le pedí para conversar, para tratarlo como ser humano, con empatía y compasión. Es nuestro deber como sociedad. Cuidándonos, porque el riesgo estaba. Me parece que, como sociedad ese es el mensaje: brindar ayuda y no condena.

Sin duda necesita “pagar” por lo que hizo, pero lo que más necesita es curarse. Que haya consciencia que la enfermedad mental está instalada en la sociedad y que, con responsabilidad de todos, vaya mejorando.

Él me decía que no podía estar solo porque tenía una voz en su cabeza, que era como un demonio. Sentía que tenía como dos personas y que había momentos en los que lo podía controlar y otros no.

Yo le decía que tenía toda la vida por delante. Era un muchacho de 24 años. Luego de que pasó todo el evento violento, quedó sentado en el piso mirándonos a todos pidiéndonos perdón, diciéndonos que nos quedáramos tranquilos, que no nos iba a hacer nada y que nos quedáramos ahí porque temía que lo mataran.


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