"La burro-cracia te puede llevar a estar esperando hasta los 90 años adentro de un quilombo para acceder a una jubilación"

Las trabajadoras sexuales exigen modificaciones a la Ley 17.515 que regula su actividad: "Queremos derechos laborales y no ser estigmatizadas".

Las trabajadoras sexuales exigen modificaciones a la ley que -desde hace 16 años- regula su sector. La ley no está reglamentada e ignora las condiciones laborales y por eso varias trabajadoras se organizaron para juntar firmas con el objetivo de presentar un proyecto que haga corrección y actualice la normativa.

Abordamos el tema junto a Karina Núñez, vocera de la Organización de Trabajadoras Sexuales.

Si bien la ley es del 2002, tiene solamente dos reglamentaciones. Uno es sobre los controles que tenemos que tener para acceder a la libreta de trabajador sexual. Y la otra es sobre el vínculo con el Ministerio del Interior: tenemos que notificar cuando nos vamos a trabajar de un departamento a otro. ¿Por qué como trabajadoras tenemos que notificarle a la Policía a dónde vamos a trabajar?

Somos más de 12.000 personas en el registro de Salud Pública. La ley dice que la opinión de las trabajadoras sexuales no tendrá carácter vinculante: lo dice la propia ley.

Tenemos más de 600 compañeras sexuales que tienen entre 55 y 60 años. Si nos ponemos en el marco del interior profundo, si no se consigue una amnistía tributaria por parte del BPS para que ellas se puedan llegar a jubilar, vamos a tener compañeras que tengan 72 años y sigan adentro de una whiskería, porque tienen que esperar a una pensión por vejez. Algunas van a tener que esperar a tener 90 años adentro de un quilombo para poder acceder a una jubilación.

La ley está hecha para los proxenetas y los consumidores, pero no para las trabajadoras. Nadie habla de controlar a quienes han estado vinculados a crímenes de trata: ellos tienen el 70 % de las whiskerías en el Uruguay.

Necesitamos modificar la ley: queremos se la dote de derechos laborales. Tenemos derecho a tener una libre elección sobre el trabajo que elegimos. Y también derecho a no ser discriminadas ni estigmatizadas. El uso de los datos que damos a veces tiene un mal uso y no nos permite tener acceso a otros empleos.

Todo el mundo habla de la trata de personas y contra de ello, pero cuando van al quilombo empiezan a preguntar ‘dónde están las negras, dónde están las mujeres exóticas’: basta del doble discurso. Nosotras también somos uruguayas: no nos pueden pisotear.

Tenemos que lograr juntar 655.000 firmas para poder modificar la Ley 17.515. Pero han sido muy pocos los legisladores que nos han respondido. Queremos que quienes quieren hacer el trabajo sexual, lo hagan de la mejor forma. Y que quienes no quieran, estén el menor tiempo posible en esta situación en la que estamos ahora. Creo que esta también es la mejor forma que pueden optar aquellos que quieren abolir el trabajo sexual.


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