La polémica por el lenguaje inclusivo: "No pretendemos que la palabra cambie, sino solo visibilizar"

Hablamos con las profesoras Roxana Rügnitz y Carolina Raimondo que defienden el uso del lenguaje para visibilizar desigualdades de género.

La propuesta del uso del lenguaje inclusivo generó un amplio debate a nivel educativo y también político. La iniciativa fue promovida por un grupo de docentes del Liceo Bauzá  que  se extendió a distintos ámbitos: los sindicatos estudiantiles ya lo incorporaron y la ANEP lo tolerará en las aulas y en las pruebas escritas, siempre que los profesores estén de acuerdo.

Recibimos a las profesoras Roxana Rügnitz y Carolina Raimondo, integrantes del colectivo que propuso el cambio.

El lenguaje inclusivo no lo impulsamos nosotras, sino que es algo que se viene trabajando desde los años ’60.

Es una necesidad que se generó en grupos estudiantiles. La “e” en el lenguaje viene de las generaciones que están ahora en bachillerato. Empezaron a evidenciar la necesidad y a habilitar el uso.

Permitimos la discusión del tema para no espantarlos, porque nos estamos enojando mucho por este tema.

La lengua ha mutado: no hablamos el español de Castilla ni el de Cervantes.

La lengua cumple un lugar de centro, de poder, es hegemónica. Es convencional, una ficción que nos ha dado la posibilidad de comunicarnos. Más que inclusivo, es que sea no sexista.

En Suecia se debatió en los ’60 y en su diccionario entraron los artículos neutros. En Inglaterra se están usando también.

Lo que haces es mostrar que existe una situación distinta, no le cambias el género a una taza. No es “el tazo”. Solamente cambias el género cuando te referís a personas o realidades.

Durante muchos años en el idioma se utilizó presidente, pero se habilitó sirvienta. Cuando se volvió una acción determinada para la mujer se empezó a usar sirvienta, y nadie lo discutió.

Nosotras hablamos en un colectivo que trata diversidad y género. Trabajamos temáticas vinculadas a las asignaturas para visibilizar las desigualdades.

Para que cambie el lenguaje tienen que pasar entre 70 y 100 años. Adela Cortina creó la palabra aporafobia, el miedo y desprecio a los pobres, ¿cambió eso la realidad de los pobres? No. De la misma manera no pretendemos que la palabra cambie, sino solo visibilizar.

Si los chiquilines lo plantean a la clase, lo habilitamos.

El problema con el “todos y todas” es que es binario, y si me paro en una perspectiva de derechos de género, tengo que habilitar todas las formas de diversidad. Decir “todas y todos” invisibiliza todas las otras formas de diversidades.

Hay que quitarle drama a esto. No es que vamos a pararnos en la puerta del Codicen. Tampoco le decimos a los gurises que hablen con la x o la e.


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