Rodrigo Arim: "Estamos afectando el derecho a la educación superior de un tramo importante de jóvenes"

Más de dos meses antes de la fecha límite que exige la normativa, la Universidad de la República aprobó su proyecto de Rendición de Cuentas. En esta oportunidad —la última en la que se puede aumentar gasto en este gobierno— la institución le pedirá al Parlamento más de US$ 130 millones. Entre otros motivos, la solicitud de aumento presupuestal se da en un marco en el que la universidad alerta que los egresados de secundaria durante la pandemia tienen "desempeño inferior" a generaciones anteriores. En Enfermería hay retrasos de más de un año e Ingeniería cuenta con un tercio de recursantes en una asignatura clave. Recibimos al rector de la UDELAR, Rodrigo Arim, para hablar sobre el tema.

El pedido presupuestal de la Universidad de la República

Estamos emergiendo de una crisis sanitaria muy importante, crisis que tiene un componente educativo muy relevante. Nadie puede esperar razonablemente que, luego de dos años de pandemia, donde los jóvenes y las jóvenes estuvieron sometidos a situaciones de estrés y de no presencia en los centros educativos, esto no tenga costos en mediano y largo plazo en términos de aprendizaje.

Nosotros veníamos monitoreando esta realidad. Fundamentalmente 2022 fue el primer año en que tuvimos cierta normalidad en el desarrollo de los cursos y nos empezamos a encontrar con algunos indicios bastante claros de circunstancias no deseables. Quizás esperables, pero no deseables. En particular, un nivel de no aprobación de los cursos de los primeros años de las facultades, que es bastante superior a lo que teníamos en el 2019. Ingeniería es una de las áreas donde tenemos más dificultades. Una materia de primer año de esta facultad, que en promedio venía recibiendo 1500 estudiantes en 2019, hoy está recibiendo  2500 estudiantes. Mil estudiantes más con el mismo equipo docente.

Tenemos una tasa de fracaso en los primeros cursos que es bastante más alta de la que teníamos antes de la pandemia. Es esperable que sucediera esto. No es de esperar que en dos años, donde al final del liceo los estudiantes tienen bajo nivel de concurrencia, tengamos resultados de aprendizajes idénticos a los que teníamos antes. Lo que sucede es que las políticas públicas, en particular las políticas públicas de educación superior, tenemos que atender esta realidad con instrumentos que sean específicos.

Siempre hay un porcentaje de estudiantes que recursan, lo que sucede es que ese porcentaje se disparó en los últimos años. En el corto plazo estamos ante una generación que tiene dificultades para poder avanzar en su formación más que las generaciones previas. La pregunta que tenemos que hacernos es si tenemos que esperar al 2025 para dar respuesta a esto. Porque, finalmente, estamos afectando el derecho a la educación superior de un tramo importante de jóvenes.

Es complejo no tener la capacidad de apoyar con instrumentos adecuados a los estudiantes que están ingresando a la vida universitaria en este siglo donde la educación terciaria es clave para el desarrollo personal y del país en general.


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