Ciencia ciudadana: grupo de 1.200 personas investigó más de 12.000 nidos de horneros y hallaron varias particularidades

Esta especie endémica de América del Sur viene cautivando a ornitólogos y observadores curiosos desde hace décadas.

Existen tantos tipos de nidos como cantidad de especies de aves en el mundo. Son estructuras artesanales, organizadas y ensambladas minuciosamente para garantizar una única cosa: la supervivencia de los huevos y, por ende, del linaje de la especie.

Y si hay que destacar una construcción de nido en América del Sur, ese sin dudas sería el nido del hornero o, en términos científicos, Furnarius rufus.

Durante años esta particular construcción alimentó leyendas en ámbitos rurales. Hay una que dice, por ejemplo, que cuando un hornero construye sobre una casa es porque allí nunca caerá un rayo. Los mitos son simplemente cuentos folclóricos, pero en el último tiempo la ciencia pudo despejar algunas dudas sobre cómo opera esta particular pieza de ingeniería natural.

Para la última gran investigación del tema no colaboraron uno, dos o tres científicos, sino 1.200 profesionales y aficionados en toda América Latina. Utilizando una aplicación para teléfonos inteligentes diseñada por dos ornitólogos en Argentina, toda esta cantidad de gente reportó durante meses las características de nidos de horneros en buena parte de la región, incluido Uruguay.

Los datos fueron luego procesados y de ellos se obtuvieron algunas conclusiones que publicó la revista Current Biology en su última edición.

Para empezar, una particularidad de los nidos de horneros es que presentan una asimetría en su estructura. Algunas parejas construyen su puerta orientada hacia la izquierda y otras hacia la derecha. Al principio se creía que era por razones ambientales, es decir que la decisión se tomaba a conciencia por las aves según la influencia del viento y la lluvia. Otra hipótesis proponía que era totalmente aleatorio. Pero la nueva investigación colectiva rebate estas teorías.

Los investigadores “plantean la hipótesis de que hay rasgos genéticos que son transmitidos de generación en generación que contribuirían a que las parejas construyan el nido con similar arquitectura”, detalla una nota de la periodista Valeria Román publicada en Infobae América. Y agregó que “es muy probable que una pareja construya siempre un nido con la misma arquitectura asimétrica, es decir, la entrada siempre en el mismo lado”.

A su vez, los investigadores proponen que como cada pareja construye el nido y lo usa una sola vez, se pueden registrar en una zona varios nidos de una misma pareja en años sucesivos. De esta forma se puede evidenciar que la pareja repite el mismo diseño una y otra vez sin tener en cuenta estos factores ambientales mencionados hace un rato. Roman apunta a que esta hipótesis plantea otra pregunta clave:  ¿La asimetría del nido depende de los dos miembros de la pareja o sólo la decide uno? Es decir, ¿la genética de quien se pone en juego? Eso es algo que hay que seguir estudiando.

“Pensamos que es posible que la notable repetibilidad de la arquitectura bilateral de los nidos tenga una base genética”, resumió uno de los autores del estudio al medio argentino.

Además de llegar a esta publicación científica y generar conocimiento sobre una de las aves más emblemáticas de la región, este proyecto de ciencia ciudadan a gran escala fue valorado por acercar a personas que no son profesionales de la ciencia a entornos naturales, colaborando con el ejercicio de observar y comprender el mundo que nos rodea.


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