"Destruir una duna es amputarle el corazón a la playa": experto advierte sobre cambios irreversibles en la costa uruguaya

Los especialistas vienen advirtiendo hace años de este fenómeno conocido como “endurecimiento costero” o “compresión costera”. 

Desde Montevideo, pasando por Canelones, hasta llegar a Maldonado y luego a Rocha. Ninguna se salva: la enorme mayoría de las dunas en la franja costera atlántica de Uruguay presentan algún grado de erosión.

Esto está provocando que algunas imágenes nos resulten cada vez más recurrentes. Casas arrastradas por el agua o infraestructura urbana demolida.

"La situación es preocupante porque hace tiempo ya viene sucediendo esto y va a empeorar en el tiempo", dice Omar Defeo

Los especialistas vienen advirtiendo hace años de este fenómeno conocido como “endurecimiento costero” o “compresión costera”.

"Esa comprensión costera trata de dos eventos simultáneos. Por un lado la pésima política de construcción en zonas cercanas a las dunas y por otro el incremento incesante del nivel del mar", agrega el especialista.

Es decir que la playa pierde flexibilidad y el agua se vuelve destructiva. En este problema hay dos variables en juego. Por un lado el calentamiento global que ya se hace sentir en los ecosistemas uruguayos con un aumento constante del nivel del mar, calculado en entre 15 y 20 centímetros en los últimos 100 años. Y por el otro la construcción indiscriminada en lo que es considerada por los expertos una zona ecológicamente sensible.  "Al cortar las dunas, al endurecer las dunas se amputa el corazón de una playa", dice el experto.

Desde que la concientización en este tema empezó a calar hondo, varias intendencias y organizaciones científicas intentaron delinear estrategias de conservación de las dunas. Así, existen proyectos de regeneración natural de las dunas utilizando, por ejemplo, cercas captoras o vegetación autóctona. Pero los expertos proyectan que los impactos de los temporales seguirán siendo fuertes.

"No hay solución en el sentido que se generan efectos en cascada que van en deterioro, no solo de la duna, sino de todo el sistema de playas. Y eso es lo que estamos viendo ahora, la naturaleza pasa factura", apunta el especialista.

Este es uno de los casos en los que el único paliativo es hacer las cosas bien desde el inicio y con una planificación seria, dicen los expertos. Es así que habilitar construcciones en las dunas de José Ignacio o asfaltar el contorno de una playa en Punta Colorada son dos buenos ejemplos de cómo no proceder si se quiere mantener viva la playa. De lo contrario podría pasar como en Río de Janeiro o Cancún, donde hay playas que directamente ya desaparecieron.

Defeo propone que de aquí en más se prohíba construir en zonas ecológicamente sensibles, como las dunas, y además pensar a futuro.

"Esto llama a generar políticas de Estado de largo plazo que realmente tomen en cuenta el medio ambiente", concluye.


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