El poder de la música para combatir el Alzheimer y el caso de una bailarina de ballet

En los últimos días, un video se viralizó en redes sociales que mostraba a una ex bailarina de ballet que murió en los primeros meses de la pandemia, mientras está escuchando es El lago de los cisnes, una pieza que ella bailó en repetidas oportunidades, un clásico del ballet.

Se llamaba Marta González, nació en Valencia, emigró a Cuba y fue la primera bailarina del Ballet de Nueva York en los años 60.

La mujer estaba enferma de alzheimer, una enfermedad degenerativa de las células nerviosas y el cerebro.

El video se viralizó por la fundación Música para despertar. La ONG trabaja con personas con alzheimer porque entre las últimas áreas en desaparecer en el cerebro herido están las encargadas de la memoria musical y la capacidad de sentir emociones. Desde hace ya un buen tiempo los científicos intentan comprender el funcionamiento del cerebro en relación a la música y otras enfermedades.


Por lo general, comienza despacio. Con una confusión, con un olvido casual. Pero a medida que pasa el tiempo, las células en el cerebro se van degradando cada vez más. Son como las luces de una ciudad que se van apagando lentamente hasta quedar a oscuras.

El alzheimer es una enfermedad muy dolorosa y también bastante incierta. Los tratamientos suelen ser alternativos y apuntan a mejorar la calidad de vida de los pacientes, pero nunca son la cura.

La música es uno de esos alicientes. “Una canción, una melodía, un tarareo o simplemente unas palmas pueden activar algunas de las zonas del cerebro de una persona con esta enfermedad”, explica El País de Madrid.

“Todos tenemos experiencias relacionadas con las emociones que nos despierta la música. Sin saber cómo ni por qué, el cerebro hace asociaciones entre estímulos sensoriales y determinadas respuestas, y va conformando nuestra ‘banda sonora vital’ con un conjunto de canciones asociadas a nuestra memoria autobiográfica", dice una neuropsicóloga de la Fundación Pasqual Maragall.

Son precisamente esas conexiones, entre el cerebro, la música y los momentos vividos, las últimas que se pierden a lo largo de la enfermedad. Un neurólogo del hospital Clínico de Santiago de Compostela detalló al diario madrileño que “los recuerdos musicales se preservan incluso en fases avanzadas del alzhéimer”. Y agrega que “la música resiste porque está guardada en zonas que no son las que habitualmente se asocian a la memoria, por lo que se conserva a pesar del avasallador paso del alzhéimer por el cerebro”.

Es decir que “los efectos de la música hacen "despertar" a la persona momentáneamente, parece que por instantes vuelve el movimiento coordinado, vuelven emociones intensas, vuelve un lenguaje más coherente, vuelven recuerdos de toda una vida, y lo más importante, vuelve el sentimiento de autonomía”, según la ONG Música para despertar.

Los especialistas aseguran que la clave del éxito está en la personalización. Un grupo de investigadores australianos detectó que para que la música sea efectiva para acompañar a pacientes con alzheimer, es fundamental que sean canciones familiares. Esto ayuda a mejorar la capacidad de atención y participación, además de que reduce la apatía, la ansiedad y la tristeza, al mismo tiempo que mejora las relaciones sociales.

La música podrá no ser la cura, pero los científicos saben que ayuda.


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