La marca fue encontrada en un canto rodado de granito, de unos 21 centímetros de largo que, por las características que tiene, se estima que fue transportado intencionalmente desde el río hasta el espacio donde se encontró.
Un equipo multidisciplinario de investigadores españoles encontró la huella dactilar humana más antigua del mundo: data de hace 43.000 años.
Fue en el centro de España, en Segovia, donde un equipo multidisciplinario encontró algo tan pequeño como revolucionario: una huella dactilar humana de hace 43.000 años, la más antigua del mundo hasta ahora.
La marca fue encontrada en un canto rodado de granito, de unos 21 centímetros de largo que, por las características que tiene, se estima que fue transportado intencionalmente desde el río hasta el espacio donde se encontró.
Según los análisis, el dedo que dejó esa marca pertenecía a un neandertal, y la impresión hecha con pigmento ocre -rico en óxidos de hierro- lejos de ser accidental parece ser parte de una acción simbólica meditada. Es más, algunos autores del estudio proponen que la composición podría haber respondido a un fenómeno cognitivo conocido como pareidolia facial donde el cerebro humano —y posiblemente también el neandertal— reconoce patrones similares a rostros en objetos inanimados. En este caso, las piedra tenía tres cavidades que podrían ser interpretadas como ojos y boca, y el punto rojo como una “nariz” o elemento central.
Sin embargo, estimar todo esto y localizar la huella no fue tan sencillo sino que fue necesaria una combinación de técnicas avanzadas de análisis: espectroscopía de fluorescencia de rayos X, microscopía electrónica, escaneos en 3D y procesamiento multiespectral de imágenes, donde intervinieron científicos de diversas áreas y hasta la Policía española.
De momento no solo detectaron la huella sino que por la forma en la que está colocada es muy probable que se trate del dedo índice derecho de un adulto.
La relevancia del hallazgo no es la huella solamente -que es muy importante-. Lo que asombra a los científicos es que los neandertales lejos de no tener lenguaje ni imaginación, como se aseguraba hasta hace poco, demuestran tener capacidades cognitivas complejas capaces de construir símbolos, abstraer formas y dejar mensajes, aunque no podamos entenderlos con claridad.