Hablar por teléfono crea vínculos más fuertes que intercambiar mensajes de texto; entonces ¿por qué ya no llamamos tanto?

Son varios los estudios que demuestran que los jóvenes (y no tan jóvenes) se comunican dos veces más por mensajes de texto que por llamadas telefónicas.  

Hay quienes dicen que la generación millennial bien podría llamarse la “generación mute”. Es que son varios los estudios que demuestran que los jóvenes (y no tan jóvenes) se comunican dos veces más por mensajes de texto que por llamadas telefónicas.

Es decir que de todas las formas de comunicación que permite un teléfono, la llamada ya es una de las menos populares. Esto tiene un impacto directo sobre la forma en la que evolucionan los vínculos humanos.

Una investigación publicada en la revista científica Science Daily, evidenció que escuchar una voz del otro lado del dispositivo nos hace sentir más conectados y comprendidos. Esto significa que cuando las personas hablan entre sí crean vínculos más fuertes que cuando intercambian mensajes de texto.

La periodista española Karelia Vázquez lo lleva un paso más lejos. Ella asegura, en un artículo publicado en el diario El País, que los más jóvenes evitan la comunicación síncrona, o sea “la que sucede en tiempo real y nos obliga a tener a mano una respuesta inmediata y certera”.

Y agrega: “En los sistemas de comunicación asíncronos, como los audios de WhatsApp o los mensajes de texto, es posible editar y borrar. En resumen, controlar la versión de nosotros mismos que deseamos mostrar, pero en una conversación en tiempo real todo nos delata”.

Es probable que por esto mismo el 80% de los jóvenes sientan ansiedad antes de realizar una llamada. La llamada es, además, más disruptiva que un mensaje de texto y no necesariamente llega en el momento adecuado. Pero tiene sus beneficios.

En los meses de pandemia, por ejemplo, un estudio apuntó que aquellos adultos que hablaban, aunque sea brevemente, por teléfono conseguían reducir la ansiedad, la depresión y la sensación de soledad. Podemos concluir entonces que la llamada es una herramienta potente para sentirnos más cerca cuando estamos lejos.

La Universidad de Harvard tiene un término muy apropiado para esta sensación y es que escuchar la voz de alguien querido es “emocionalmente regulador”. Hasta acá el marcador de los argumentos a favor y en contra de las llamadas telefónicas viene bastante empatado.

Así es que llegamos al punto medio. Expertos de Harvard señalan que lo mejor para “evitar fricciones y disfrutar de los beneficios de hablar por teléfono” en la cotidianeidad es pactar previamente la comunicación telefónica y no extenderla más de 8 minutos.  No hay vueltas: con las nuevas generaciones, las llamadas espontáneas ya no se usan.

 


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