Los robots domésticos ganan terreno porque están diseñados para enamorar a los humanos

Estos inventos son diseñados con algunos elementos clave, como por ejemplo sus ojos.

La robótica está cada vez más metida adentro de nuestras vidas. La vimos primero entrar a las fábricas, luego a restaurantes, hospitales, centros comerciales. Y ahora cada vez más está entrando en nuestros hogares. Se espera que en los próximos años, los robots domésticos ganen terreno.

No importa si es Paro, la foca robótica, Justocat, el gato robótico, o Aibo, el perro robótico. Todos estos inventos, que aparecieron en el último tiempo, son denominados robopets, o mascotas robóticas, y según una revisión de estudios publicada en 2019 el veredicto es unánime: los propietarios pueden apegarse “ferozmente” a estos robots.

Tanto es así que las investigaciones aseguran que los robopets son útiles para reducir la depresión y mejorar el bienestar más que nada de personas mayores que pasaban un tiempo con estas mascotas mecánicas, aun siendo plenamente conscientes que no se trataba de animales reales.

Pero la cuestión va más allá. Varios estudios demostraron que nuestra afinidad con los robots puede incluso desarrollarse con aspiradoras autopropulsadas con forma de disco a tal punto que algunas de las personas encuestadas en estas investigaciones las consideraron "parte de la familia" y les asignaron un género y un nombre.

Pero, ¿por qué hacemos todo esto? Según una investigación del MIT Technology Review, todo comienza con la confianza. Un especialista en computación de la Universidad de California en Los Ángeles, que estudió por qué los seres humanos confían en los robots, explica que, por defecto, “tendemos a confiar en las máquinas para que hagan lo que fueron programadas para hacer. Eso significa que las máquinas deben mantener la confianza en vez de generarla”.

Al mismo tiempo, los robots de uso doméstico como Astro -presentado por Amazon en los últimos días- son diseñados con algunos elementos clave como por ejemplo sus ojos.

Astro es un robot doméstico que va a costar en Estados Unidos cerca de mil dólares. Según su presentación Astro serviría para vigilar la casa, pasar música, hacer videollamadas y transportar objetos pequeños como un vaso o una botella. Además, tiene reconocimiento facial. Pero, en resumidas cuentas, el robot no deja de ser una cámara sobre ruedas que tendría acceso a toda la intimidad de un hogar. Esto, considerando que viene de Amazon, debería ser motivo suficiente para que muchos usuarios rechacen la idea de meterlo en sus casas.

¿Quién querría tener uno? Según un estudio del MIT, la razón radica en cómo funcionan nuestros cerebros. Muchos años de investigación en robótica y asistentes robóticos y mascotas ("robopets") demostraron que la gente no puede evitar enamorarse de ellos.

“Los robopets se diseñan desde hace mucho tiempo con ojos gigantes y boca llamativa para volverlos instantáneamente adorables para el cerebro humano”, detalla el MIT. Esto replica una lógica similar a los juguetes de niños, como peluches o Furbies, y es por eso que los robots domésticos son particularmente sensibles al apego de los más pequeños.

Esta especie de dulzura, concebida desde el diseño, arroja a los humanos “señales de personalidad” que explicarían por qué generamos un vínculo cercano con este tipo de máquinas.

Los expertos ya advierten que esto podría ser un problema. Las compañías como Amazon o Tesla están cada vez más cerca de concretar sus proyectos de robots domésticos y la pregunta es qué pasará cuando estas máquinas diseñadas para generar apego con sus dueños empiecen a ofrecer productos y publicidad de las empresas a las que pertenecen. ¿Configura esto una estrategia engañosa? No está claro.

Todo sin contar las implicancias de darle acceso a nuestras vidas privadas a otro dispositivo digital de consumo masivo.

La discusión recién está empezando a tomar forma.

 


Las Más Vistas