¿Una banana pegada en la pared es arte?

La obra titulada "Comediante" del artista italiano Maurizio Cattelan fue sin duda la estrella de la muestra de arte contemporáneo Art Basel en Miami Beach.

Un coleccionista llegó a pagar 120.000 dólares por una de sus copias, que fueron tres.

La banana despertó todo tipo de bromas como esta copia que se encontró en un baño de un boliche en Perú.

Pero lo interesante de la banana es que puso sobre el tapete la discusión sobre lo que es arte y lo que, una vez más.

La banana no la pegó cualquiera en esa pared, la pegó y la nombró Cattelan, mundialmente conocido por haber instalado un inodoro de oro en el Museo Gughenheim de Nueva York, donde hubo colas de cientos de miles de personas, sí, colas, de personas que quisieron hacer sus necesidades allí.

Hubo críticos de arte que afirman que el inodoro es un descendiente millonario del famoso urinario con el que Marcel Duchamp daba nacimiento en 1917 al arte conceptual. La Fuente, instalada en un Museo con una firma ficticia inauguró una nueva etapa en la que además de la técnica y la estética, se comenzaron a valorar la ideas y la osadía de los artistas.

El Comediante, o la banana pegada en la pared, tuvo un final también célebre. El pasado fin de semana un visitante se la comió, también en nombre del arte.

En un video subido a su cuenta de Instagram, David Datuna, que se define como un artista estadounidense nacido en Georgia, se muestra despegando la banana y comiéndosela.

Llamó a su "performance "Artista hambriento”.

Toda la polémica de la banana nos recordó dos películas recientes que tratan y hasta se mofan del universo del arte contemporáneo.

Una es The Square, de Suecia, nominada al Oscar como mejor película extranjera.

Su escena más recordada es la de una performance con un hombre mono que se sale de control.

La otra es argentina, Mi obra maestra de Gastón y Andrés Duprat.


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