En primera persona: bitácora de una mujer de 35 años con Covid

Malena Castaldi, conductora de Telemundo, cuenta cómo atravesó la enfermedad y qué sucede para un paciente después del coronavirus.

Con muy mala puntería esquivé el charco y terminé empapada hasta la pantorrilla. La taza de café caliente no pudo contrarrestar los húmedos mocasines de charol, que ahora cargaban el mismo chaparrón que se veía por la ventana. Era cuestión de horas para estrenar la primera gripe del otoño.

Los escalofríos llegaron primero, los ojos llorosos después. A la noche, un dolor agudo a la altura de los riñones y una puntada en el pecho que cruzaba hasta la espalda. El viernes amanecí con el cuerpo abatido después de 14 horas consecutivas de sueño y el sábado me desvanecí en la ducha. Raro. Era cuestión de tiempo para el primer hisopado en 13 meses y dos semanas de pandemia.

Mi positivo fue uno de los 2.941 que el Sistema Nacional de Emergencia reportó el sábado 27 de marzo. ¿Primera reacción? Miedo e incertidumbre: ignoras cómo responderá tu cuerpo y sabés que el sistema de salud está exigido. Informo cada día las cifras de la pandemia; esta vez fui parte de ellas.

De acuerdo con la Cátedra de Enfermedades Infecciosas de la Facultad de Medicina, un marcador indirecto de la carga viral es el valor del “umbral de ciclo” (CT por Cycle Threshold), dato que se conoce con el resultado del hisopado. Cuanto más cerca de cero, más alta la carga viral del paciente, lo que implica mayor probabilidad de contagio y severidad de la enfermedad. Cuanto más cerca de 35, menor carga viral. Mi primer hisopado arrojó un CT de 29.

Lapicera en mano y lista de los escasos contactos de las 48 horas previas a la aparición de los síntomas (la ventana de potenciales contagios), notificar a la aplicación CoronavirusUy, darle la noticia -con calma- a los viejos, mientras doctores y enfermera al teléfono enumeraban las primeras recomendaciones. Y sonó la campana de largada: aislamiento durante dos semanas.

Muchas veces, como en mi caso, no sabemos cómo nos contagiamos. La consulta precoz frente a la aparición de síntomas o su agravamiento es clave para que un profesional valore la situación e inicie el tratamiento a tiempo. Es también la manera de proteger a otros.

Lo que sigue es un resumen, día a día, de cómo una mujer de 35 años sin complicaciones médicas previas transitó la enfermedad y una serie de consejos que quizás puedan ayudar a sobrellevar mejor el Covid y, en particular, el innegociable aislamiento.

Día 1 a 3

El dolor de espalda y los escalofríos desparecieron el sábado y cedieron lugar a un cansancio físico que requirió horas de sueño a demanda. El cuerpo pesaba, las piernas se movían con letargo y estaba inapetente. No hubo fiebre ni dolor de cabeza ni vómitos. La saturación de oxígeno en sangre -fundamental- marcaba 97 en 100 (por debajo de 95 se complica el partido). Una disfonía y tos alertaron a la doctora del otro lado del teléfono. Antibióticos y antihistamínicos me acompañaron durante los siguientes siete días.

Día 4 a 6

Las horas de sueño pasaron a ser las justas y necesarias, el apetito volvió y la saturación de oxígeno en sangre se ubicó -para mi alivio- entre 98 y 99. La tos persistió, mientras la voz fue recobrando su color. Por recomendación médica apuntalé al sistema inmunológico con Vitamina C, Vitamina D, Zinc, Quersetina, Bromelina y probióticos.

La dieta se reforzó con frutas y verduras, carnes rojas con bajo contenido graso, pollo sin piel y pescado, mientras que se redujo la ingesta de alimentos ultraprocesados y el azúcar agregado. Si bien estaba en mi casa y con síntomas leves que no requerían internación, fue fundamental aumentar la ingesta de líquidos (3 litros por día), ya que un elevado porcentaje de pacientes graves de Covid presenta una baja de fluidos en los vasos sanguíneos (hipovolemia), que debe ser repuesto con aporte de suero.

Cuando me sentí mejor y repuesta necesité ceñirme a una rutina: estructurar el día no significa sobreexigirse físicamente sino ordenar el tiempo, en buena medida, para sentirse productivo, para que el ánimo no decaiga y para gestionar el estrés por el aislamiento.

Algunos puntos que, en mi experiencia, funcionaron:

  • Garantizar un buen descanso por la noche (8 horas).
  • ¡Levantarse! Vestirse, sacarse -sí o sí- el pijama y tender la cama (para no hacerse trampa al solitario).
  • Marcar una referencia horaria para desayunar, almorzar, merendar y cenar.
  • Hacer ejercicio físico: sin estridencias ni sobreexigencia, pero que garantice cierta movilidad y estiramiento. Existen buenas aplicaciones y rigurosos artículos profesionales con acertadas recomendaciones.
  • Tener una lista de tareas para ocuparnos: desde libros y series, hasta probar nuevas recetas, reordenar el ropero, lustrar aquel relegado mueble de madera, acomodar un olvidado cajón, limpiar la casilla de correos o ponerle ganas a ese postergado proyecto para el que nunca encontramos tiempo durante el fin de semana (porque siempre hay libros y series que ver, un ropero que reordenar, nuevas recetas que probar o algún mueble que lustrar…).
  • Estar en contacto es imprescindible y, en este sentido, la tecnología es una aliada. Tender redes de apoyo emocional en aislamiento es esencial y esto incluye a los afectos y al equipo de salud.

Día 7 a 10

Estaba advertida de que a esta altura podían agravarse los síntomas. Son días clave. Pensaba ¿y si tengo que internarme, ingresar a CTI y terminar conectada a un respirador, acostada boca abajo para mejorar mi oxigenación? Te planteás el peor escenario posible. La situación no se complicó, pero perdí el sentido del olfato. De acuerdo con el Ministerio de Salud Pública, un 17% de los pacientes con Covid-19 en Uruguay reporta anosmia, afección que puede extenderse hasta los seis meses.

La Escuela de Medicina de Harvard en Estados Unidos descarta que se trate de un daño permanente de las neuronas receptoras del olfato y lo atribuye, en base a estudios preliminares, a una afectación temporal de las células que se ubican en la mucosa de la nariz, encargadas de registrar los aromas.

Día 11 a 14

Los últimos días fueron de franca mejoría y obtuve el alta epidemiológica. De acuerdo con el protocolo del Ministerio de Salud Pública, los pacientes la reciben al transcurrir los últimos tres días consecutivos sin síntomas. 

¿Qué viene después del COVID?

El cansancio físico y la sensación de desgano suelen perdurar algunas semanas más allá del alta médica, así como la pérdida del olfato, la hiposmia (pérdida parcial del olfato) y la ageusia (pérdida del gusto), que se recuperan con el tiempo.

Además de un electrocardiograma y un ecocardiograma para vigilar el corazón, específicamente una prueba de Dímero D para controlar la coagulación y un análisis de ferritina (el aumento de ambos es un indicador de severidad) son algunos de los estudios que puede recomendar el médico. Para ver cuán bien los riñones están filtrando la sangre, un examen GFR, así como una prueba de Azoemia y Creatininemia para valorar la función renal.

La actividad infecciosa se testea con marcadores inflamatorios como la Procalcitonina (PCT), la Proteína C Reactiva (PCR) y la Velocidad de Eritrosedimentación (VES). A su vez, un hemograma permitirá descartar una linfopenia (85% de los pacientes graves), que implica una disminución de los linfocitos en los glóbulos blancos, encargadas de defender al organismo. De ser necesario, se puede sumar una radiografía de tórax para valorar el compromiso pulmonar.

La donación de plasma es fundamental porque contiene los anticuerpos naturales contra el Covid-19. Un volumen de 600 cm3 de un paciente recuperado mejora sustancialmente el tránsito de la enfermedad de tres pacientes infectados, evitando ingresos a CTI y muertes.

Pueden donar todos los pacientes recuperados de Covid-19 hace 28 días que tengan entre 18 y 65 años con más de 50 kilos y que no hayan recibido transfusión de sangre en el último año.

No pueden donar las mujeres que hayan estado embarazadas porque sus anticuerpos son distintos a los de otras personas. ¿Por qué? Porque durante la gestación el sistema inmune de la mujer genera anticuerpos ante la presencia de un ADN extraño (el del padre del hijo). Estos anticuerpos quedan en la circulación y pueden provocar reacciones adversas si son transfundidos a otra persona. En el caso de pacientes con Covid, podrían llegar a actuar contra los tejidos provocando diferentes reacciones, desde fiebre a otras más severas que pueden implicar riesgo de muerte.

Para agendarse: 2487 2414 o https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSeQGQM15DSyk-Uc97Htk_Ja1_mRLqU-C9m4DFa1_AOa4ebGXw/viewform

 

Si me toca, ¿estoy preparado?

Anticiparse al Covid y al aislamiento es la mejor manera de sobrellevar la enfermedad y minimizar el estrés. Hoy, como debe ser, todas las baterías están puestas en prevenir el contagio con menor movilidad, distanciamiento físico, tapabocas y medidas de higiene, pero lo cierto es que no solemos estar lo suficientemente preparados para el momento en que nos confirman que somos positivos, instante a partir del cual no podemos salir de casa.

Algunas sugerencias:

Tener, en lo posible: termómetro digital ($250-$800), saturómetro ($1.200 - $2.700; algunos centros de salud lo proveen), paracetamol, ibuprofeno (no está contraindicado) o dipirona -para quienes no son alérgicos ($65-$300), agua, alimentos no perecederos que puedan sacarnos de apuro, alcohol al 70% (para desinfectar los espacios).

Compras: Si no contás con alguien que pueda hacerlas por ti, prever dónde y cómo abastecerte durante los 15 días de aislamiento. La mayoría de las tiendas hoy ofrece delivery o lo canaliza mediante aplicaciones. Pagar con tarjeta, transferencia u otras herramientas digitales para evitar el contacto por uso del POS. Cuando nos llegan los víveres, desinfectar todo con alcohol o lavarlos antes de guardarlos porque todo lo que recibimos fue manipulado muchas veces.

Acceso: Si vivís solo, darle una copia de las llaves de tu casa a alguien de confianza por cualquier emergencia que requiera el ingreso del personal de salud. Si además vivís en un edificio, contactar a algún vecino que pueda recibir compras y alimentos para acercarlos hasta tu puerta, dado que los pacientes con Covid no pueden transitar espacios comunes y muchos edificios no cuentan con servicio de portería.

Convivencia: Pensar qué habitación/es podrías utilizar en caso de ser positivo y aislarte de tu familia. Guardar ahí termómetro, saturómetro, medicamentos y alcohol al 70%. Es muy importante la ventilación permanente de los ambientes para recambiar el aire y disminuir la carga viral a la que podemos estar expuestos por nuestra propia infección.

(Un especial agradecimiento a la Dra. María del Carmen González, médica intensivista, número de Registro Profesional 95764, que colaboró con el artículo).

 

***Este artículo no pretende ser un consejo médico. Si usted está preocupado por su salud, consulte a su doctor o centro de salud.***


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