La historia de Erika, la niña de ocho años que recibió un trasplante de corazón

Hacía diez años que no se realizaba un trasplante a un niño menor de diez años. La operación de Erika fue un éxito.

Hacía un año y medio que Erika y su familia esperaban la donación de un corazón. La niña padecía una cardiopatía dilatada severa que le impedía llevar una vida normal. Finalmente la llamada llegó el pasado jueves en la tarde.

"Me pasó el teléfono. Me dijeron que había un posible donante, me puse como loca. No sabía que agarrar, qué hacer. Quedé paralizada. La bañé. Me volvieron a llamar en media hora y me dijeron que la llevara porque era compatible", contó la madre de la niña

La operación duró varias horas. La mamá de Erika relató que tuvo emociones encontradas: mucho miedo, alegría y agradecimiento a la familia donante. Aseguró que el primer encuentro con su hija tras la operación fue hermoso.

"Bajé a la sala de espera a esperar que se despertara. En eso me llamó la doctora y me dijo que lo primero que dijo cuando le sacaron la intubación fue 'mamá'. Me dijo que fuera tranquila", contó.

Natalia espera ahora que Erika regrese a su casa, donde la esperan sus tres hermanos y que pueda retomar los juegos y la escuela. "Supuestamente después de los quince o veinte días hasta podría andar en patines, que a ella le encanta y no lo podía hacer. Va a poder bailar, cantar, andar en bicicleta", relató Natalia.

La Fundación Corazoncitos reúne a padres de niños con cardiopatías y su objetivo es apostar a la calidad de vida y sobrevida de sus hijos. Verónica y Adriana son dos madres que pertenecen a la Fundación y están trabajando para sensibilizar sobre la realidad de la donación de órganos pediátricos.

En nuestro país, por ley, todos los mayores de 18 años son donantes de órganos, salvo que se exprese lo contrario. En el caso de los menores, son los padres los que deben decidir.

Verónica y Adriana perdieron a sus hijos. El hijo de Verónica esperó por un trasplante y el hijo de Adriana murió durante una intervención.

Las dos madres aseguraron que desde la Fundación están trabajando para sensibilizar a la sociedad y también a los legisladores. Ambas consideran que se podrían salvar muchas vidas si la decisión de la donación de órganos se separa del momento del dolor de la muerte de un ser querido.

"Creemos que hay que hacer una separación de ese momento de tanto dolor con hacer una pregunta de tanta importancia para otra familia. Lo que se está buscando es ver en qué momento se puede hacer esa pregunta sin ser cuando el niño falleció o está en su etapa final", dijeron.

"Nos hemos reunido con varios legisladores y con varios actores sociales con incidencia para juntos pensar cuál sería la mejor opción para que puedan darse más donaciones pediátricas", agregaron.


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