Desde que comenzó a funcionar hace nueve años, el INR tuvo varios cambios en su dirección.
El Instituto Nacional de Rehabilitación fue creado en el 2010, con la premisa de priorizar la recuperación de los reclusos por sobre el castigo.
Su primer director fue Alcides Caballero, hasta abril del 2012. Su salida estaba acordada, pero se precipitó tras un motín en el COMCAR y luego de que declarara que hubo "actores políticos" que incentivan a presos a realizar motines y se contactan con narcotraficantes que están recluídos.
Lo sustituyó Luis Mendoza, hasta marzo del 2016, cuando pasó a la jefatura de policía de Paysandú.
En su lugar fue designado Crisoldo Caraballo, que hasta entonces había dirigido el Centro de Formación Penitenciaria.
En el interín, en setiembre de 2016 fue removido el subdirector técnico del INR Gustavo Belarra, que firmaba como sociólogo, pero no tenía el título.
El director Crisoldo Caraballo renunció en marzo de 2017 tras cumplir un año en el cargo, por diferencias con el ministerio del Interior sobre el funcionamiento y la falta de recursos del INR.
Bonomi designó entonces a Gonzalo Larrosa, licenciado en educación y funcionario con más 20 años en el área penitenciaria, que venía de dirigir la unidad 4, el ex Comcar.
Pero en noviembre de 2018 Larrosa fue destituido de manera fulminante, tras brindar a las autoridades información falsa sobre la muerte de un recluso del ex Comcar. Larrosa afirmó que el preso había muerto por un corte carcelario durante una trifulca, cuando en realidad había fallecido por el disparo del arma de un guardia. El ministerio accedió a esta información tras una denuncia del comisionado parlamentario Juan Miguel Petit.
En su lugar asumió Alberto Gadea, que hasta entonces se había desempeñado como subdirector administrativo.
El ministerio del Interior comunicó este martes que Gadea presentó su renuncia, tras la fuga de los cuatro reclusos de la ex cárcel Central.
