Luis Eduardo González: un grande

Por Alfonso Lessa.

Describir cabalmente a una persona a través de un texto resulta muy difícil. Como también es difícil trasmitir el verdadero alcance de un sentimiento.

Pero la muerte de Luis Eduardo González sólo puede expresarse con palabras que pueden sonar a lugar común, pero son las únicas o al menos las primeras que surgen ante este golpe: un gran dolor y la seguridad de que se ha producido una pérdida tremenda, desde el punto de vista personal y profesional, para sus conocidos y para el país. Es la pérdida de un ser irrepetible, que logró superar todos los obstáculos que le puso la vida para llegar a ser un ejemplo.

Quienes tuvimos la fortuna de trabajar con él a lo largo de muchos años y en varios medios, y también tuvimos la gran suerte de haber sido sus alumnos, sabemos que era humilde, estudioso, trabajador incansable, un hombre creativo y con una ética enorme.

Sólo alguien muy especial pudo superar las dificultades que le impuso la vida para comunicarse, y lograr transformarse en un hombre de televisión y un docente universitario extraordinario.

Luis Eduardo era, además, un hombre con un gran sentido del humor, que le hacía afrontar las situaciones más complejas con un ánimo especial.

Su trabajo en el área de la opinión pública marcó una época en el Uruguay: junto a César Aguiar –otro referente en la materia- llevó adelante Equipos. Y luego con su esposa y compañera de la vida –Adriana Raga- instaló la consultora Cifra.

Fue reconocido aquí y en el exterior. Y su trabajo fue destacado por medios extranjeros de primer nivel y requerido por organismos internacionales. Todos los sectores políticos recurrieron en algún momento a él, mostrando en los hechos el respeto que se ganó a lo largo de su vida. En las elecciones se esperaba su palabra para saber los resultados finales. Y tuvo otra virtud poco frecuente: cuando, en algún momento, los resultados no coincidieron con lo que mostraban sus encuestas, lo reconoció y pidió disculpas públicamente, sin pretextos.

Haber compartido el trabajo con él fue un regalo de la vida. Siempre estaba bien dispuesto. Cuando llegaba a Canal 12 para analizar los números de sus encuestas, lo hacía en silencio, con el bajo perfil que lo caracterizaba, pero pronto para el diálogo informal y amistoso, analizando la realidad, antes y después de salir al aire, mientras se preparaba en los estudios, en la cantina o en el camerino de maquillaje. Invitado a participar en programas periodísticos como Código País o Agenda Confidencial, siempre decía que sí. No tenía problemas en ofrecer parte de su tiempo a los demás.

Lo mismo ocurría con la docencia: era un gran profesor, adentro y afuera del salón de las clases.

Falleció Luis Eduardo González. Un grande.

Alfonso Lessa


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