Para empezar, si consideramos a las personas que pueden trabajar, solo está ocupado el 50% de las mujeres en edad laboral frente al 68% de los hombres.A esto hay que sumarle que, en promedio, las mujeres ganan al menos un 20% menos que los hombres, por la misma tarea y tiempo de trabajo.Pero además de […]
Para empezar, si consideramos a las personas que pueden trabajar, solo está ocupado el 50% de las mujeres en edad laboral frente al 68% de los hombres.
A esto hay que sumarle que, en promedio, las mujeres ganan al menos un 20% menos que los hombres, por la misma tarea y tiempo de trabajo.
Pero además de su empleo, oficio o profesión, las mujeres dedican adicionalmente cinco horas del día a las tareas del hogar (limpieza de la casa o el cuidado de niños y adultos mayores). Los hombres, en promedio, le dedican menos de la mitad: dos horas por día.
¿Por qué el reparto de estas responsabilidades comunes no es más equitativo? Porque culturalmente sigue arraigada la idea de que el hombre es proveedor y que la mujer se dedica a la casa. La situación empeora cuando hablamos de las mujeres negras, rurales o más pobres.
Así lo explica la economista senior de práctica global de pobreza y equidad del Banco Mundial, Lourdes Rodríguez-Chamussy:
Detrás de estas dos brechas hay muchos factores, es una explicación integral, pero ciertamente un círculo vicioso entre las dificultades para combinar trabajo remunerado y las tareas del hogar, y los mismos salarios bajos que hacen que las mujeres tengan menos participación en el mercado laboral, dado que económicamente dentro del hogar ha sucedido que sea el hombre quien trabaja y la mujer que se vuelva predominantemente cuidadora y a cargo de las tareas domésticas.
Pero esto no es todo. Existe la penalización por maternidad. ¿Qué significa eso?
Que una mujer que fue mamá ganará un 19% menos en el primer año frente a otra mujer que no fue mamá. Y esa brecha se agrandará con el tiempo: su salario será un 42% menor cuando se cumpla una década.
Te lo resumo así: si las mujeres en Uruguay tuvieran la misma participación que los hombres, el PIB per cápita aumentaría un 13%. Eso es más de tres veces el presupuesto que se destinó a salud.
Las mujeres le dedican más años al estudio y la formación, registran un mayor rendimiento en sus pruebas y tienen una mayor asistencia. Así y todo, la representatividad de las mujeres en posiciones de decisión es aún limitada.
¿Y cuál es la situación de Uruguay respecto a otros países? Esto dijo la economista Rodríguez-Chamussy:
Uruguay todavía tiene una brecha importante en términos de la participación de las mujeres en puestos de liderazgo, gerencias del sector privado y en representación en el Parlamento, por ejemplo. Si miramos la participación de las mujeres y la brecha con respecto a los hombres, todavía hay algunos países en América Latina que tienen mayor participación de las mujeres, por ejemplo Perú o Paraguay, pero Uruguay está entre los primeros lugares. Si lo comparamos con países europeos, países de renta alta, entonces sí que las diferencias son mayores, y esto recalca el camino por recorrer que tiene Uruguay para una mayor igualdad entre hombres y mujeres.