Tras el triunfo de Milei en el balotaje ante Massa en Argentina, recibimos al politólogo Diego Luján para conversar sobre el resultado y el futuro del peronismo luego de la derrota electoral.
Creo que lo más sorpresivo a primera vista no es tanto el triunfo de Milei, sino la magnitud de la diferencia. Y sobre todo cómo está construida esa magnitud. Es un desempeño que territorialmente es muy homogéneo. En las derrotas del peronismo, que no han sido tantas, el peronismo había sido siempre capaz de mantener ciertos bastiones electorales, la provincia de Buenos Aires es uno de ellos, que lo mantuvo por muy poquito. Pero hay provincias del norte y del sur que han sido históricamente peronistas, que han tenido un viraje de una magnitud importante.
En general los liderazgos personalistas emergen y se alimentan de sentimientos anti partidarios o anti liderazgos. En general, cuando los partidos políticos muestran la incapacidad de movilizar sobre las bases de sus propias identidades, aparece este tipo de liderazgos, que son atajos. Dado que los partidos están en un declive tan profundo, ir por la vía partidista no parece ser una buena estrategia. Entonces, los políticos, en situaciones en donde los partidos están muy bajos, tienden a tener este tipo de atajos.
Es un poco temprano para hacer la autopsia del peronismo. En un contexto tan complicado desde el punto de vista socioeconómico en Argentina, que el candidato peronista tenga casi 38 puntos en la primera vuelta y casi 45 en la segunda, es un desempeño más que razonable. En cualquier otra circunstancia donde no mediara una identidad partidaria fuerte, el oficialismo en Argentina tendría que haber quedado afuera en la primera vuelta y con una cantidad de votos mucho menor.
Hay un núcleo duro de votantes que se identifican con las propuestas del peronismo en particular pero, más en general, con una propuesta a lo mejor más vinculada a la justicia social, a la idea de que hay una movilidad social ascendente donde el Estado tiene un rol.
