La vida social de los árboles: ¿qué secretos esconden debajo de nuestros pies?

Un reportaje publicado en la New York Times Magazine da cuenta que, bajo tierra, los árboles y los hongos forman asociaciones conocidas como micorrizas.

Hay tres mil millones de árboles en todo el planeta, asegura la revista Nature.

Y si bien estos miles de millones de árboles pueden parecer seres solitarios y apagados, la ciencia sabe que debajo de la superficie la historia es completamente distinta.

“Bajo tierra, árboles y hongos forman asociaciones conocidas como micorrizas: los hongos en forma de hilos se envuelven y se fusionan con las raíces de los árboles, ayudándolos a extraer agua y nutrientes como fósforo y nitrógeno a cambio de algunos de los azúcares que los árboles producen a través de la fotosíntesis”, detalla una investigación publicada en la New York Times Magazine. Es decir que se trata de una relación recíproca. Los hongos ayudan a los árboles a alimentarse y como recompensa reciben su propia porción de alimento.

Esta conexión, si bien es conocida, también es observada con recelo por gran parte de la comunidad científica, pero ahora se sabe que es una unión mucho más profunda de lo que se pensaba.

Suzanne Simard, especialista en ecología forestal, descubrió que “los hilos de hongos unen a casi todos los árboles de un bosque, incluso árboles de diferentes especies”. Y que, al conectarse a esta red de hongos, comparable a una red de internet subterránea, los árboles pueden intercambiar recursos como si fueran un solo gran organismo. Estos recursos, señala la experta, tienden a fluir de los árboles más viejos y grandes a los más jóvenes y pequeños.

Al mismo tiempo, según apunta la BBC, los árboles enfermos o moribundos pueden liberar sus nutrientes para que los vecinos más sanos los utilicen.

Esta red de hongos y raíces se mantiene comunicada y en alerta en caso de un ataque. Ante la mordedura de un insecto o parásito, los árboles y plantas liberan señales químicas para que las especies de alrededor suban sus defensas.

De esta forma, la ciencia sigue investigando el alcance de todo lo que pasa debajo de nuestros pies.


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