Optogenética: el tratamiento que utilizó algas para devolverle parte de la visión a una persona ciega

En los últimos días la comunidad científica celebró un nuevo logro, una técnica permitió a un hombre ciego recuperar parcialmente la visión. Los resultados aún son limitados, pero muestran un enorme potencial para tratar cegueras hereditarias y otras patologías o discapacidades que dependen del cerebro. La técnica es la optogenética y tiene apenas quince años […]

En los últimos días la comunidad científica celebró un nuevo logro, una técnica permitió a un hombre ciego recuperar parcialmente la visión. Los resultados aún son limitados, pero muestran un enorme potencial para tratar cegueras hereditarias y otras patologías o discapacidades que dependen del cerebro. La técnica es la optogenética y tiene apenas quince años en el campo científico.

Las personas que sufren este tipo de cegueras carecen de células fotorreceptoras, y lo que hace esta terapia es convertir células de la retina a células fotorreceptoras utilizando células extraídas de un alga, uno de los seres vivos más fotosensibles. Con esto se creó unas gafas especiales que permiten interpretar esa información y lograr que el paciente reconozca formas y objetos.

Es apenas el primer paso, pero la optogenética está siendo estudiada desde varios campos, que incluyen tratamiento para el alzhéimer y la depresión.

“Nacida de la óptica y la genómica, la optogenética es una técnica prometedora para comprender mejor los traumas y las enfermedades neurodegenerativas”, explica el portal especializado OpenMind.

Hasta ahora, la optogenética alcanzó dos hitos impensados hace algunos años. Además de lo ocurrido esta semana, en 2014 saltó a la portada de la revista Science como uno de los avances científicos de aquel año. ¿Por qué? porque científicos lograron etiquetar en cerebros de ratones las neuronas que almacenan recuerdos y los reactivaron utilizando un rayo de luz azul. De esta manera, la optogenética logró convertir un recuerdo desagradable de estos ratones en una vivencia buena.

El experimento trajo un montón de repercusiones vinculadas a los límites de intrusión de la medicina en los pensamientos y recuerdos fundamentales de una persona, pero al mismo tiempo mostró su potencial para tratar síntomas de estrés postraumático y depresión.

La clave detrás de este método científico está en la luz. El primer paso es detectar qué células contienen recuerdos. El segundo es inyectar células fotosensibles -extraídas de algas- en diferentes partes del cerebro para volverlo sensible a la luz y entonces, a través de destellos y haces luminosos, los científicos creen poder incidir sobre esas neuronas y, por consecuencia, en el cerebro del paciente.

De todas formas los resultados no serán inmediatos. Se cree que habrá que avanzar en investigaciones al menos una década más antes de que la ciencia pueda intervenir en el cerebro sin cirugía, fármacos o circuitos neuronales.


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