El país asiático hizo una remodelación total de Xiapu, un pueblo que enfrentaba una fuerte crisis y se reconvirtió para atraer a miles de personas.
Parecería que por estos tiempos que corren tenemos una sola obsesión y es que cada actividad que hagamos en nuestras vidas quede documentada en esa especie de bitácora artificial que son Instagram y otras redes sociales.
China, si bien tiene bloqueado el uso de aplicaciones occidentales y las reemplaza por otras similares, es consciente del fanatismo que genera el universo digital y cómo lo que funciona en internet puede convertirse en un potencial negocio.
Bajo esa premisa crearon Xiapu, un condado en la provincia de Fujian en el sur de China. A simple vista el pueblo es una belleza natural, lleno de paisajes pintorescos y pobladores que parecen de otra época. Pero todas esas apariencias fueron pensadas por diseñadores, equipos de fotografía y hasta actores para parecer sacados de una película de época occidental.
Hasta hace unos años, Xiapu era una zona agropecuaria conocida por mantener vivas muchas tradiciones chinas -desde culturales hasta gastronómicas- pero se enfrentó a una seguidilla de malos años en sus cosechas. Así las autoridades decidieron reinventar el turismo rural e interno.
Según un reportaje publicado en el New York Times, cientos de residentes se convirtieron en modelos, guías turísticos y funcionarios en diferentes servicios. En poco tiempo el turismo en la región se multiplicó por diez, según estadísticas oficiales.
Se estima que el pueblo recibe 500 turistas por día y que las escenas para fotografiar se arman según el presupuesto de los turistas para incluir actores, animales y hasta niebla para condimentar las fotos.
De esta forma se arman largas filas de fotógrafos aficionados que quieren registrar esas escenas tan particulares, que se venden como espontáneas pero no lo son. Por supuesto que todo tiene un precio, sacar una foto a un paisaje cuesta tres dólares y sumar actores haciendo diferentes acciones eleva el precio a 30 dólares.
El éxito de Xiapu se da en un momento donde China promueve el turismo interno, sobre todo para su incipiente clase media, y donde la nostalgia de las viejas tradiciones que se pierden no deja de ser una amenaza.
