La eterna promesa IX

No te comas la pastilla.

La titularidad era ya habitual. La falta de jugadores también. ¿Pero quién me quita lo bailado? El domingo perdimos 4-1 pero hice el gol del descuento. Contento por mi rendimiento y en venganza con el de mis compañeros, decidí darme un gusto e ir al cumpleaños de un amigo esa noche.

Todo solo no puedo hacer… ¿Que se me subieron los humos a la cabeza? Pero por favor… Que soy yo y otros 10… “Asado amistoso” era la consigna de la noche, y fui.

Picada, chori, queso, matambrito, chinchulín, riñón, tira de asado, vacío, cerveza, vino, grapa, todo. Faltó la sandía nomás para hacer una bomba perfecta. Una panzada digna del no profesionalismo pero merecida.

Un gol de rebote en el minuto 90’, vital en el 1-4 final. El lunes teníamos libre pero un malestar estomacal me dejó todo lo contrario a libre: encerrado. En el baño. Martes y miércoles ni fui a entrenar, el único ejercicio que podía hacer era pararme, girar y devolver, pero no una pared, el asado.

Miércoles de noche apareció una tía a visitarme, creyente ella de la medicina alternativa. Venía con la solución a mis problemas. Una sopa, masajes, una pastilla y a dormir. El jueves era yo de nuevo. Lleno de energías y como si nada hubiera pasado volví a practicar.

Valdi sorprendido con mi desempeño me puso entre los titulares. Con una confianza irreconocible la rompí en la práctica de fútbol. “El sábado ganás los tres puntos vos solito”, palabras que inflaron mi autoestima al nivel de Ibrahimovic.

Susarreta estaba lesionado y la tentación fue muy fuerte. Entré al vestuario y encaré a Mario el utilero: “Marito, dame la 7 que hoy no te defraudo”. Me miró sin entender qué me pasaba pero me dio lo solicitado. Un poco de gel, peine, fotito para las redes sociales con un “que deus nos abençoe e nos proteja" y a la cancha.

Ganar era fundamental, una racha de 5 derrotas consecutivas nos había puesto a todos en la mira. Arranca el partido y la primera pelota la pudro y reviento el tavesaño… “Uhhhhh” grita la popular y yo me agarro la cabeza con cuidado para no despeinarme.

Sí, yo le digo “la popular”, ¿algún problema? Aporteñizado el hombre, son mis cuentos y si quiero a la hinchada le digo “la torcida”. Acá mando yo y al que no le guste, que igual comparta con todos sus amigos mis cuentos.

Digo… Volviendo… Estaba con la flechita para arriba. Encaré una, dos y tres veces al lateral hasta que me bajó, foul y amarilla. Sin dudarlo agarré la pelota dispuesto a pelearme con quién quisiera pegarle a mi tiro libre.

Respiré hondo, soplé, me llené el borde interno de pelota y vi como el golero volaba cual Superman… Nada para hacer, macho, una lastima. ¡GOLAZO! Corrí desesperado y sin dejar que me abrazaran le hice gestos a la gente para que tuviera calma, que yo estaba aquí. Un beso al escudo y tarde redonda.

70’ y lo mío ya era un abuso. Contra y pelotazo cruzado que paro de pecho, voy en diagonal y no me agarra ni Flash, me tiran el sablazo pero salto justo a tiempo, amague para acá, otro para allá y chau al último hombre. Veo que el arquero sale a achicarme el arco… Qué pena. Me visto de Burrito Ortega y se la pico con solo tres dedos. A tomar Fanta con Pelusita, guantes colorinches.

Tarde perfecta. Aplausos, ovación, entrevista para la televisión. Felicitaciones de mis compañeros y un beso apasionado de Valdi. Me toca antidoping por sorteo y luego salgo a firmar autógrafos a los niños que ahí me esperan.

El lunes me suena el celular. Un dirigente del club me informa que el resultado del doping dio positivo: “efedrina en sangre”. Desesperado llamo a mi madre que me pregunta por qué entré en la droga, que yo era un gurí sano. Pero no, si hay algo que nunca hice fue drogarme.

Leo en internet y veo que puede estar en algún medicamento la droga. Ahí me acuerdo de mi tía. Cuando me atiende la muy macumbera me da la noticia: que sí, que su pastilla tenía efedrina… Perdimos los puntos y sanción de tres meses para mí.

Ahora entiendo por qué Yanuzzi siempre dice “no te comas la pastilla”. Otro papelón en mi carrera y otra muestra más de que soy solo una eterna promesa.


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