El exsecretario de la Junta Nacional de Drogas afirmó que siempre tuvo el respaldo del entonces presidente José Mujica.
Julio Calzada fue secretario de la Junta Nacional de Drogas entre 2011 y 2015; hoy es director de políticas sociales de la Intendencia de Montevideo. Después una larga espera, empezó la cuenta regresiva hacia la venta de marihuana, que se supone comenzará a mediados de julio en unas 30 farmacias. El martes se abrió el registro de adquirientes del cannabis estatal. El primer día se anotaron más de 550 personas.
Nos parecía que era consecuente con algo que impulsamos y promovimos, estar reafirmando que creemos en el proyecto, que es un mecanismo idóneo y que le da garantías a todos. El que haga el registro de manera anónima tiene todas las garantías.
Siempre tuve pleno respaldo del presidente Mujica. A veces se dijo que era una cortina de humo, por lo que tuvimos que salir con mucha fuerza. Tuvimos que convencer a mucha gente de que esta era una política correcta.
Todos esperábamos que fuera más rápido. Nosotros teníamos un diseño y veníamos trabajando con organismos del Estado y de la sociedad civil. Hay un conjunto de elementos que hacen que las cosas vayan más lento de lo que uno piensa.
En el 2010 había dos proyectos en el Parlamento sobre este tema. En ese año ya había un consenso de que era necesario modificar la política de drogas. Estos procesos no se hacen de un día para el otro. Mujica jugó un papel determinante por su forma de entender la política.
Esto surge en la semana trágica de abril de 2012. Fue un momento de mucha tensión. Ahí se diseñan las estrategias por la vida y la convivencia. Dentro de esas medidas apareció esta: por la dimensión que tuvo se volvió una supernova.
Lo más importante es que ahora va a haber 10.000 personas que no se vinculan con los mercados criminales, que ofrecen todo lo que tienen.
Creo que acá no va a pasar lo que pasó en Colorado, en 2013, cuando se agotó: acá tenemos otra cultura y otra realidad. Creo que va a ser progresivo, que la gente va ir creyendo en esto. En Uruguay pesa mucho la legitimidad.
La gente que se registraba no eran los encasillados. Tengo expectativas en que esto, en un proceso de dos o tres años más, se asiente. Y también con lo que pase en el resto del mundo y la región.
