La vida de los exreclusos de Guantánamo en Uruguay: "Hacen un esfuerzo cotidiano"

Mirza señaló que los refugiados "no se quedan esperando a ver si el Gobierno les da algo". Además, dijo que "probablemente Diyab tenga algún apoyo externo".

El sirio Jihad Diyab fue deportado el pasado fin de semana desde Marruecos, desde donde pretendía viajar a Turquía para reencontrarse con su familia. Fue al menos la cuarta vez que Diyab intentó irse del país en un año y no lo logró. En esta ocasión habría viajado con un pasaporte peruano y el juzgado de la Ciudad de la Costa solicitó al Ministerio del Interior saber por dónde abandonó el país el refugiado: todo indica que fue vía terrestre, ya que está descartado el aeropuerto de Carrasco.

Pero, ¿cuál es la situación de los otros refugiados que llegaron desde Guantánamo a Uruguay junto con él? Lo hablamos con Christian Mirza, nexo entre los exreclusos y el Gobierno.

En octubre del año pasado, cuando la situación llegaba a un límite, Diyab no levantaba la huelga de hambre ni la huelga seca, y el Gobierno le había hecho varios ofrecimientos. Él no aceptó, interpuso otra exigencia y yo entendí que no tenía más nada que hacer, que no tenía capacidad para influir en las medidas que él había tomado.

Hice un intento de retomar el diálogo con él, pero no obtuve respuesta. Con los otros cinco que vinieron de Guantánamo sí tengo contacto permanente. Probablemente Diyab tenga alguna apoyatura externa, que lo apoyan desde el extranjero.

Los otros refugiados han tenido la voluntad de trabajar desde el primer día en el que llegaron a Uruguay. Se recapacitaron laboralmente, teniendo en cuenta que estuvieron 10 o 12 años en Guantánamo. Prácticamente todos hablan español, en distintos grados de fluidez.

Uno de ellos se postuló a tres llamados de empresa privadas, hizo todo el proceso, dio pruebas de suficiencia técnica, salvó todo… y cuando llega a la entrevista, le dicen que la empresa lamentablemente la empresa no los puede contratar porque vienen de Guantánamo: eso es estigma.

Los que tuvieron problemas de violencia doméstica ya los superaron: se les quitaron las pulseras electrónicas y eso quedó atrás. El programa del subsidio está en el 50 % del monto: 7.500 van a cobrar en agosto. Y a fin de año se termina, no van a tener más nada. Ellos no van a conseguir un empleo con un diario o con su currículum, esa no es la forma.

Le hemos planteado al Gobierno nacional que tiene que tener intervención en el tema. Ya pedí entrevista con Roballo y Nin Novoa. Hay que avanzar para que puedan conseguir empleos estables.

La diferencia es que a ellos Uruguay los fue a buscar y les dijo que les iba a garantizar condiciones medianamente razonables para que pudieran reconstruir sus vidas. Ellos hacen un esfuerzo cotidiano. No se quedan esperando a ver si el Gobierno les da algo.

Pero hay evidencia empírica de que en la iniciativa y en la proactividad de la postulación en el mercado de trabajo… por la vía que se supone lógica para todos, en su caso no funciona porque está el estigma y la discriminación.


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