El dirigente sindical Richard Read explicó que atienden a casi 300 niños y que es obligatorio que todos concurran a la educación formal.
La Federación de Obreros y Empleados de la Bebida (FOEB) reabrió este lunes un total de cinco centros sociales y educativos: dos en Montevideo, uno en Minas, uno Pan de Azúcar y el restante en Paysandú.
¿Qué balance realizan desde el gremio sobre el funcionamiento de estos centros? ¿Hay chances de que esta experiencia continúa expandiéndose a otras partes del país? Abordamos el tema junto al dirigente sindical Richard Read.
El comienzo fue muy auspicioso, tras mucha fuerza de varias semanas trabajando para llegar bien. Se llegó muy bien. Tenemos un cupo de 280 chiquilines en los cinco centros. Es contra turno y tiene como obligación que los niños vayan a la escuela. Queremos darles un espacio de contención.
Nos augura un año de mucho trabajo. Ojalá al final del año vuelva a pasar que las maestras nos dicen que nuestros niños se destacan en varios ámbitos, especialmente en la conducta.
Al arranque hubo mucha crítica. Fuimos muy cautos en no tener una respuesta de otro tenor. Dejamos que la vida y los hechos demostraran. Terminó el año y la realidad fue más fuerte que las teorías. No tenemos respaldo político-partidario, pero los centros están abiertos para quienes los quieran visitar.
La prioridad son los chiquilines. Son más de 200 gurises a los que esto les genera una esperanza. Eso está por encima de todo. Muchas familias vieron en este proyecto la posibilidad de que sus hijos salgan de la calle y se les abran ventanas al futuro.
