La presidenta de la Comisión de Nomenclátor de Montevideo explicó que los cambios de nombres de calle es un proceso largo, y que las propuestas se dan para calles ya nombras, mientras que hay muchas otras sin denominar.
Que la gente se apropie no solo de un nombre, sino de un contenido. Los montevideanos tiene poca pertenencia con algo suyo, no es como el interior que lo tiene tan arraigado. ¿Ustedes se imaginan si le cambian el nombre a Isla de Flores y Gardel qué, va a cantar otra cosa?
Cada vez que sale el nombre de una calle cumple un proceso larguísimo. Puede presentarse la propuesta a la Junta o a nosotros. Si empieza en la junta igual tiene que pasar por nosotros porque tenemos que validarlo.
La cantidad de pedidos de nombre de calle que tenemos. Políticos que vienen y dicen: "Tal porque fue ministro", pero ¿qué hizo cuando fue ministro?
Tenemos un montón de calles sin designar.
¿Cómo una calle se va a llamar 17 metros? Lo que está indicando es el ancho de la calle. Eso es un lugar para ser designado. Estamos tratando de nombrar todo eso. Arana decía: "un barrio pobre no se dignifica llevando un nombre importante". Pero yo tenía un compañero que decía: "las viudas quieren que su esposo cruce 18 de julio". La gente quiere tener un homenaje en 18 de julio o la rambla, si no, no importa.
Un escritor un día en un suplemento cultural declaró que era una vergüenza que Onetti no tuviera ninguna calle. Yo llamé y dije: "Mijo, tiene una plaza de ocupa una manzana". Pero como no está en el centro, ni en la rambla, este señor no lo ha visto.
La Comisión no va a tener problema con muchos de los nombres porque ya estaban propuestos por nosotros. A Virginia Brindis de Salas la presenté hace miles de años y nunca salió. Menos mal que es para una calle sin nombre como 17 metros. A Lágrima Ríos la propusimos, fue rechazada por la Junta y la tenemos otra vez en la Comisión.
